domingo, 24 de octubre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 23 DE OCTUBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO IX
“Contra ti, contra ti sólo he pecado” (v. 4ª)
En este versículo se hace confesión de lo que hace el pecado más penoso. Es contra Dios que ha sido cometido. En la medida en que el alma entiende esto, su conocimiento de la naturaleza verdadera del pecado aumentará y se hará más profunda su comprensión de las razones por las cuales nada puede quitarlo, sino la divina gracia.
Para entender esto mejor, tenemos que pensar sólo en que lo odioso del crimen depende de la persona contra la cual ha sido cometido. Una misma acción es mucho más vil cometida contra el propio padre que contra un siervo, contra un rey que contra un ciudadano corriente; y esta es la gravedad del pecado, que ha sido cometido contra Dios.
Sí, contra Dios. Y, ¿quién es Dios? ¿No es el Santo, el Perfecto, que se manifiesta como fuego consumidor contra todo lo que es pecado, cuya voluntad es realizada con gozo en todo el cielo? ¿No es Él el Creador y Sostenedor, que tiene derecho a esperar que sus criaturas harán aquello para lo cual han sido creadas? ¿No es Dios quien de acuerdo con Su derecho nos ha dado Su ley? ¿Y no es del todo razonable que le obedezcamos? Es contra este Dios que hemos pecado; esto es, hemos rehusado obedecerle. Has rehusado hacer lo que te ha mandado, no has dudado en quebrantar Su santa ley. Has pecado contra Él. Has exaltado y escogido tu voluntad, injusta y perversa por encima de Su voluntad. Has dicho que el consejo y voluntad de Satán es más atractiva para ti y esta voluntad tiene más influencia en ti que la de Dios. En tanto que está en tu poder, has hecho todo lo posible para sustraer a Dios Su gloria. Le has resistido. Has deshonrado al Dios grande e infinito. Has hecho afrenta al alto y santo Nombre ante el cual los ángeles se postran. Y Dios es el Legislador y Mantenedor del Universo, que no puede tolerar el pecado. Dios ha de mantener Su derecho en el Universo. Cada transgresión de Su ley infringe este derecho y es causa de la ira de Dios, que quiere mantener este derecho. Es contra Dios que has pecado. En el momento en que uno consigue contemplar a Dios en su grandeza, se hace evidente por sí mismo que es esto lo que asusta a David y le hace decir: “Contra ti, contra ti solo he pecado” ¿Qué es lo que he hecho? Me he rebelado contra este Dios, la suprema perfección. He provocado su ira. Este Dios, sin el cual no podemos vivir. De Él he hecho mi enemigo, ¡Ay de mí!
Y esto no es todo. Queda todavía un pensamiento que lo hace todo más amargo aún para el alma. El Dios contra el cual hemos pecado es un Dios de amor. No sólo nos ha mostrado Su bondad en las mil bendiciones de la vida, sino que es el Dios de amor y de gracia que ha revelado a Su Hijo Jesucristo en su gloria eterna. Y yo he sido capaz de pecar contra este Dios. He despreciado a Su Hijo y le he vuelto la espalda. Hay en la confesión una amargura para el alma que apenas se puede expresar:”Contra ti, contra ti sólo he pecado”.- Continúa…

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