domingo, 31 de octubre de 2010

REFLEXIÓN PARTICULAR -Victoria-

MEDITACIONES DIARIAS 31 DE OCTUBRE:
REFLEXIÓN SOBRE LA LIBERACIÓN DE LA CARNE: DEL “YO” PERSONAL
Creo que sobre este tema nunca terminamos de aprender. A cada uno de nosotros se nos presenta la dificultad en alguna parte y pensamos que resuelta ésta lo demás ya está sometido y sepultado con Cristo. Al seguir en el camino de la vida con el Señor, nos damos cuenta que hay “algo” que de repente nos asalta, algo impensable que nos podría suceder a nosotros que nos sentimos tranquilos como salvos por la gracia (como le sucedió a David cuando sintió en lo íntimo que no todo era limpio en él); y ahí aparece y resurge de nuevo el dilema, la toma de decisiones ante lo “nuevo” para nosotros, pero tan viejo como el propio Satanás y sus argucias. Teniendo esto en mente nos damos más cuenta y nos resultan más relevantes las advertencias de la Palabra de Dios para estar siempre “velando y orando” porque nuestro adversario siempre está mirando a quien devorar.-
Quiero exponeros un poco de lo que sobre el tema, expone un gran predicador llamado F.B. Meyer. Ha sido muy esclarecedor para mí y por eso lo quiero compartir con todos vosotros aunque rompa por hoy lo que venimos tratando, pero que viene a colación también:
-“Se podrá decir lo que se quiera del Cristianismo, pero yo no vacilo en afirmar que ha sido vergonzosamente representado, tanto por Protestantes, como por cualquiera otra clase de cristianos. Se ha creído que el Cristianismo dependía de lo objetivo, siendo así que es igual y grandemente subjetivo. Se ha creído que depende de confiar en Cristo para hacer borrar el pecado, en tanto que consiste también en confiar en Cristo para que libre de la vida del YO que es el centro y la miseria de nuestras existencias.
Siempre que la vida carnal venga a presentar obstáculos, reconócete muerto a ella; reconoce que la Cruz se levanta entre ella y tú.
Pero alguno dirá: “Bien, pero no veo de qué modo yo pudiera vivir de esa manera. Estaré siempre como quien camina entre espinas, siempre en agonía, sin saber si una cosa es del YO o no; y a la verdad, no comprende de qué manera tendría que vivir” ¡Ah! me figuré que dirías eso!. Yo mismo lo dije; pero ahora pasamos al segundo punto, y comprenderás: El Espíritu Santo.
“Si por el Espíritu mortificáis las obras del cuerpo, viviréis” Y además: “El Espíritu lucha contra la carne”.
Por el Espíritu Eterno se ofreció Cristo al Padre como víctima sin mancha; y por el Espíritu Eterno es como antagoniza en ti y en mí el odioso espíritu del YO. Como para combatir la fiebre escarlatina toma ácido carbólico, y este ácido antagoniza los gérmenes de esa enfermedad, así, apartándome de esa miserable vida carnal, caigo ante el Santo Espíritu para decirle: “Espíritu de Dios: Llena plenamente mi ser, todo entero, cada vez con mayor profundidad. En el fondo de mi naturaleza, cuando menos lo imagine, lleva adelante tu obra de antisepsia en mi vida carnal, o del YO. Hazle la guerra, obra contra ella, apártala de mi vista, mantenla bajo el dominio de Cristo”.
El Espíritu Santo lo hará así.
Pero dirás: “Señor Meyer, sentiré tanto terror, si sé que siempre tendré que estar habiéndomelas con la vida del YO, que eso me dañará. Me parece que sería algo así como estar de pie junto a un sarcófago, contemplando el modo con que la muerte va descomponiendo un cuerpo humano”.
Y esto me lleva a un tercer punto, al replicar (y esta es la belleza de ello), que en tanto que el Espíritu de Dios se halla combatiendo la vida carnal en las profundidades de nuestro espíritu, va haciendo de Jesucristo una brillante realidad viviente en nosotros. Él hace que tus pensamientos se fijen en Jesús. Casi nunca pensarás en el Espíritu, y apenas si piensas en el YO, pero pensarás mucho en tu amado Señor; y durante el tiempo que estés pensando en Él, el proceso de arranque, de disolución y de muerte del YO, se va efectuando dentro de tu corazón.
Una vez me dijo una mujer cristiana: “Voy a emplear un día entero orando para recibir el Espíritu Santo” Su fue al fondo de una choza en medio del bosque, y volvió por la noche a decirme: “He tenido un gran día, pero experimento un poquito de desagrado. No siento que tenga ahora más del Espíritu Santo que lo que sentía antes” Yo le contesté:” Pero es Jesús mucho para usted?” “¡Oh! replicó ella, nunca ha sido Jesús tan amante y tan precioso como ahora para mí” “¡Ah! entonces, mi querida señora, eso es la presencia del Santo Espíritu, porque Él glorifica a Cristo, y cuando más obra Él en nosotros, es cuando menos pensamos en el Espíritu Santo, pero sí cuando más pensamos en Cristo”.
¡Oh! lector, hombre o mujer que seas, perdóname! Es muy pobre, sumamente pobre, esta manera de presentar el más profundo misterio de las Escrituras; pero tan sólo pido que el Espíritu Santo te haga comprender lo que es tener a Cristo como el centro y origen de tu vida. Hasta aquí el principio y el motivo ha sido el YO, ¿no es verdad? ¡Oh, Yo aborrecible! ¡Barrabás, Barrabás, a la cruz! El mundo dijo:”Cristo no, sino Barrabás” esto es: el YO. El Cristiano dice: “¡No Barrabás, sino Cristo!”.
¡Que Dios te haga presente esto, por la gloria se Su Nombre!

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Espero que lo que dice este maestro bíblico os pueda traer más luz sobre el tema que desde los púlpitos a veces no se llega a profundizar lo suficiente. He remarcado en negrita los párrafos que me han parecido esclarecedores, pero creo que lo que necesitamos cada uno es nuestros dilemas personales es pedir que el Espíritu Santo vaya realizando su obra de perfección en nosotros para que Cristo sea glorificado en nuestra vida y en las de los que nos rodean al ser afectados también por ella.-

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