miércoles, 20 de octubre de 2010

NEDITACIÓN SALMO 51 por Andrew Murray

MEDITACIONES DIARIAS 20 DE OCTUBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 POR Andrew Murray
CAPÍTULO VII
Continuación…
Con frecuencia la conciencia puede hacer temer a uno el castigo, pero el miedo es un elemento de poca importancia en el conocimiento del pecado. A veces la prueba o la enfermedad o el temor de la muerte hacen temblar a uno con el temor del infierno; pero, este en sí es también uno de los menores elementos en el reconocimiento del pecado, y una indicación muy leve del sentimiento de culpa. Dios puede usar estas cosas y el temor que despiertan para inspirarnos a que reconozcamos nuestro pecado, pero por sí mismas se encuentran todavía por debajo del nivel de este conocimiento. He visto a muchos enfermos y moribundos que oraban pidiendo misericordia sin tener conocimiento verdadero de lo que era el pecado. Amigo, no olvides esto: sólo Dios puede impartir en ti el conocimiento del pecado. Que sea por tanto tu oración:”Hazme conocer mis transgresiones y mis pecados” Job 13.23 Jesús nos ha prometido que el Espíritu redargüirá al mundo de pecado (Juan 16.8). Que tu anhelo más sincero sea ser redargüido de pecado. Considéralo, confiésalo a Dios, contémplalo a la luz de Dios y su Palabra; contémplalo cerca, como cometido contra la más alta santidad y el eterno amor de Dios; pide a Dios que te envíe su Espíritu, como envió a Natán a David; de modo que puedas aprender a testificar:”Reconozco mis transgresiones”• No olvides que no hay verdadera oración por el pecado donde no hay convicción del mismo en lo profundo del corazón.-

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CAPÍTULO VIII
“Y mi pecado está siempre delante de mí” (v. 3b)
En estas palabras, David da una explicación y confirmación más precisas de su confesión:”Reconozco mis delitos” Dice al Señor qué clase de reconocimiento es éste. Su pecado ha hecho una impresión tan profunda en él, que no puede olvidarlo. No se trata de un asunto del entendimiento. Ha hecho presa de su corazón hasta el punto que no puede librarse de él:”Mi pecado está siempre delante de mí”. La consideración de esta palabra puede enseñar al pecador que ora pidiendo gracia, algunas nuevas y valiosas lecciones.
“Mi pecado está siempre delante de mí”. Esto nos recuerda el carácter permanente, persistente de nuestro sentimiento de pecado. Un conocimiento de pecado no es una lección que tengamos que aprender para olvidarlo otra vez y seguir adelante. ¡No! Debe prevalecer en cada persona hasta el extremo que no pueda olvidarla nunca. Cuando uno confiesa su pecado y luego sigue tranquilamente su camino, sea para entregarse al mundo o sólo para hablar de la gracia, es señal que no ha sido afectado realmente en serio por este conocimiento de pecado.- Continúa

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