La gloria del Señor nos quema como humanos que somos. Igual que Isaías, vemos que no podemos sostenernos en el nivel que Dios se halla. Tenemos labios inmundos y vivimos a veces entre un pueblo que también tiene los labios inmundos. Dios es justo. Él tiene que juzgar el pecado. Él trata a todos justamente y por igual. En nosotros mismos no tenemos ninguna posibilidad. Pero algo maravilloso ha acontecido: El Señor es nuestra justicia. El Padre ha permitido que Jesús fuera hecho justicia por nosotros. ¿Qué significa ésto? Significa que el Justo ha enviado a Su Hijo. Él anduvo por este mundo sin pecado y sin culpa. Por eso pudo sustituirnos y tomar sobre Sí mismo todas nuestras iniquidades.-
Él fué juzgado injustamente por culpa de que llevó nuestro pecado. Por esta causa Dios pudo juzgar a la humanidad como justa o justificarla. El recibir la declaración de justificado, la recibimos por medio de la FE, sin merecimiento alguno, y cuando aceptamos lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. Así nosotros que éramos injustos podemos ser declarados JUSTOS EN CRISTOS JESÚS. Él viene a ser nuestra justicia y por la fe en Él, recibimos su justificación. Esto significa que ya nunca más habrá un juicio de faltas para aquel que está en Cristo Jesús.-
Lo que nosotros hemos perdido, Él lo ha ganado para nostros de nuevo. Él acabó lo que nosotros teníamos que haber hecho. En Él y por causa de Su obra por nosotros, somos libres y podemos entrar a la Presencia de Dios sin sentimiento de culpa, vergüenza o inferioridad. Estamos delante de Dios libres, limpios, liberados, alegres, sin miedos, porque Él, EL JUSTO NOS HA DADO SU JUSTIFICACIÓN.-
ORACIÓN: Gracias Señor porque Tú me has dado tu justificación. Gracias por tu inefable don por el que pagaste tal precio. Gracias por lo que Tú has hecho por mí. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!