martes, 30 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 30 DE NOVIEMBRE:
CAPÍTULO XXV

Continuación…
Que el temor y el desagrado que sientes te convenzan de que no tienes tanta gracia como Dios está dispuesto a darte. Dios desea bendecir a cada alma hasta el punto en que su boca hable porque tiene el corazón lleno a rebosar, y por ello no puede permanecer en silencio.
El amor de Jesús a las almas las constriñe a hablar. Ve, pues, a Dios otra vez, con más fervor, y ora pidiendo todo el gozo por el perdón de los pecados y el pleno revestimiento del Espíritu; entonces tú también enseñarás a los transgresores los caminos de Dios. Pon este deber delante de ti. Esto es lo que Dios desea de todos aquellos a quienes ha enriquecido con su gracia. Este servicio, la gracia te permitirá rendirlo. Es así que descubrirás el verdadero gozo y el pleno poder de la gracia.
Quizá preguntarás cuándo y dónde, a quién y cómo vas a enseñar a otros los caminos de Dios. Todo esto te lo hará saber el Señor mismo. El poder compulsivo del mismo amor te lo hará saber. El amor busca y crea oportunidades. Estás echado en una cama enfermo. Pues bien, tienes incluso aquí grandes oportunidades para enseñar a otros. El mundo está lleno de transgresores, y el corazón de Jesús está lleno de amor. Si has saboreado realmente su amor, debes admitir que no puede haber obra más gloriosas que la de mensajero y siervo de este amor para redimir las almas de los que se enfrentan con la perdición. Y si, además de esto, sabes que esta gracia que te ha devuelto a ti la vida de entre los muertos, es capaz de abrir tu boca y, por tanto, dar el maravilloso mensaje a otros, esto también contribuirá a este valioso fin.
Recuerda que todo aquel que ha sido dotado con la gracia, es llamado a la obra de enseñar los caminos de Dios a los transgresores y recibirá fuerza para hacerlo con un corazón alegre y gozoso.-



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MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 29 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
SALMO XXV
Continuación…
Sí, con David, has ofrecido esta oración pidiendo gracia y has esperado que haya gracia para ti, pon atención cuidadosamente a lo que el Santo Espíritu quiere enseñarte. El designio de la gracia es hacerte un testigo del amor de Dios y al mismo tiempo un monumento de su maravillosa bondad. Entrégate a este propósito y plan de Dios y di en su fortaleza cuando ores:”Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos” (v. 13ª).
No te imagines, sin embargo, que Dios requiere esto de ti como una deuda que debes pagarle en recompensa de tu redención. No, si te entregas a esta obra en la fuerza de la gracia, será tu mayor gozo el decir: “Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos” Cuando pienses en el abismo del cual has sido rescatado y en la gloriosa salvación que ha pasado a ser tuya; cuando veas la profunda miseria en que otros yacen todavía, y que la gracia preciosa de Dios es también para ellos, poderosa y preparada para redimirlos, como tú lo has sido, tu corazón se sentirá lleno de compasión por los pecadores y considerarás como una bendición el poder ejercer el privilegio de hablar a otros de Jesús. Cuando reflexiones en lo que el amor de Jesús ha hecho por ti, este amor te inspirará; y tantas veces como ores: “Ten piedad de mí, oh Dios, para que luego enseñe a los transgresores tus caminos”, se despertará en ti el deseo que los otros, alejados del Salvador, puedan conocerle, como tú le has conocido. Siempre tienes la seguridad de que sólo entonces serán verdaderamente felices, y lo que es más, ellos también glorificarán al Señor. Porque, sientes bien, mejor de lo que puedes expresarlo con palabras, cuán digno es Él de ser conocido y glorificado. El mero pensamiento de que algunas personas ahora mundanas y “transgresoras” pueden ser cambiadas en ejemplos de la gracia de Dios, y que tú puedes ayudar a ello con tu testimonio y oración, es suficiente para hacer estallar tu corazón de gozo. Y esto no te parecerá imposible si miras a Aquel que te ha mostrado favor y amor a ti y a otros y que condesciende en aceptar tu servicio a favor de ellos.
Pero, sé, muy bien que hay otras ideas que te turban. Piensas en lo inadecuado que eres para la tarea y te preguntas si estarás nunca en la posición de enseñar a los transgresores los caminos de Dios. El gozo y alegría de la redención casi desaparecen al ver lo que consideras este grande y serio deber. Observa, se es así, que esta promesa surge de una oración: la oración pidiendo gracia. David sólo dice que si Dios le muestra favor, le restaura el gozo de su salvación, y le afianza con el espíritu libre, entonces enseñará a los transgresores sus caminos. El Señor no requiere de ti más de lo que Él mismo te capacita para realizar. No olvides que para el que ha visto su corazón lleno de gracia, es una fuente de placer y gozo el hacer conocer a otros a Jesús. El que consideremos que hablar de Jesús a otros, es desagradable, se debe sólo a que nos contentamos con tan poco de la gracia de Dios que no nos llena.- Continúa…

domingo, 28 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 28 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
EL SACRIFICIO DE ACCIÓN DE GRACIAS
13. “Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
14. Líbrame de la sangre derramada, oh Dios, Dios de mi salvación; y cantará mi lengua tu justicia.
15. Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.
16. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; si te ofrezco holocausto, no lo aceptas.
17. Sacrificio es para Dios, un espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no lo desprecias tú, oh Dios.
18. Haz bien con tu benevolencia a Sión; reedifica los muros de Jerusalén.
19. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto y ofrendas enteras; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.”
CAPÍTULO XXV
“Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos” (v. 13a)
Aquí empieza la tercera parte del Salmo. La primera se refería a la confesión del pecado. Después vino la oración pidiendo la redención, es decir, el perdón del pecado y la renovación del corazón por el Espíritu de Dios. Ahora viene lo que debe ser siempre el fruto de la redención: la alabanza a Dios y el hacer conocer a otros su gracia. Como siervo de Dios, David se ofrece para la gran obra de enseñar los caminos de Dios a los transgresores.
Este es el propósito de dios para toda alma en quien manifiesta su gracia. La siguiente aseveración se aplica a todos los hijos de Dios: “este pueblo que he creado para mí; a fin de que publique mis alabanzas” Isaías 43.21; y cada uno de ellos queda incluido en las palabras de Pablo: “Por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mi el primero toda su paciencia, para ejemplo de los que habían de creer en Él para vida eterna” 1ª Timoteo 1.16. Dios debe recibir honor de Su obra, y este honor le es dado cuando un alma rescatada engrandece Su nombre y hace conocidas las grandes cosas que han sido hechas por Él.
Nadie enciendo una luz y la pone debajo de un almud; mucho menos lo hará el Altísimo Dios. A todos los que transporta del reino de las tinieblas al de la Luz, le dice:” Tú eres la luz del mundo…Que tu luz… alumbre”. Mateo 5.14, 16 .- Continúa…

sábado, 27 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 27 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXIV
Continuación…
Están persuadidos que la confesión pública de la gracia de Dios y la proclamación de su bondad a los otros son obras que deben al Señor en gratitud, como lo mejor que pueden ofrecer. Pero, consideran que no están a la altura de su deber, y continúan yaciendo impotentes en su flaqueza e infidelidad, llenos de autoacusaciones y reproches. No se dan cuenta que la gracia no sólo empieza la obra de la redención, sino que la termina; que con la misma certeza que cuando pidieron perdón, pueden esperar que ahora Dios les ponga en la posición en que pueden cumplir sus promesas de acción de gracias. En esta confianza es, sin duda, que David ora:”Ten piedad de mi… Y en espíritu de nobleza afiánzame” o “Y el espíritu libre me sostenga”.
“Un espíritu libre” –la frase sugiere puntos importantes- “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” 2ª Corintios 3.17. Libertad de toda servidumbre, de toda opresión, libertad especialmente del temor y la duda que más que nada debilitan el alma. Es sólo en la vida del Espíritu y en la entrega del corazón para ser llenado por el Espíritu de Dios que puede ser hallada la libertad duradera. Siempre es la libertad ante Dios que nos hace libres, incluso en relación con el hombre. Y para esta confianza delante de Dios es indispensable que volvamos a Él a menudo, tengamos comunión con Él, y seamos conscientes de mantener una entrega sin reservas a su voluntad y servicio. El que ha asegurado así su corazón ante Dios, nunca necesitará temer nada del hombre.
La consciencia clara ininterrumpida de la amistad con Dios, alimentada de modo escondido, la íntima comunión con Él, harán libre al alma del demonio y miedo del hombre, y la pondrán en la posición de testificar y alabar a Dios.
Creyente, ora por posee el espíritu libre o de nobleza. La gracia sin duda te lo dará. Puedes estorbar la gracia en su obra si permaneces sin esta bendición. Te contentas con la mitad de lo que la gracia de Dios está preparada para darte. Defraudas a la gracia del honor que se merece si continúas satisfecho sin este don. El andar con un espíritu de nobleza a la vista del mundo, y libre de pecado, como uno de los redimidos de Dios y como hijo del Rey celestial, es tu derecho y privilegio y una herencia de Dios.
Vive la vida de gracia; recibe las bendiciones de la redención como te son presentadas en los versículos de este Salmo. Que el gozo de la salvación de Dios te llene, y como respuesta a tu oración, este espíritu libre pasará a ser también tu acariciada posesión. Si no lo tienes todavía que tu fe se ensanche hasta alcanzarlo. Ejércete en la sincera y fervorosa oración:”Afiánzame en espíritu de nobleza. De las riquezas de la gracia de Dios lo recibirás”.-

viernes, 26 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 26 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXIV
“Y en espíritu de nobleza afiánzame” (v. 12b).
La gracia restaura a la persona a la recta relación con Dios. Al hacerlo, le restaura a la recta relación con sí mismo, y como resultado, desarrolla en él la recta actitud con respecto a su prójimo. Cuando la gracia hace partícipe al alma del favor de Dios y del Espíritu de Dios, el gozo de la salvación de Dios rebosa del corazón. Entonces, como fruto de esta bendición, el corazón y la boca se abren y comunican a otros esta gracia de Dios. Es esta bendición la que David está pidiendo ahora de la gracia divina. Siente su vocación, se da cuenta de su flaqueza, y en medio de ella espera ayuda de arriba.
David se da cuenta de su vocación. Cada alma redimida debe ser testigo y ejemplo de la gracia de Dios. Para el honor de Dios y la salvación de los demás, se inclina a hacer conocer a otros las grandes cosas que el Señor ha hecho por su alma. Sabe que su testimonio vivo es mejor que la letra muerta, y que el mundo se persuadirá a reconocer la obra de Dios y adorará su gracia cuando los creyentes confiesan con claridad y osadía lo que Dios ha hecho por ellos, y muestren de palabra y de obras que es a causa de su compasión que pueden testificar que Dios es fiel. En la presencia del mundo deben ser una prueba convincente de lo que la gracia puede hacer realmente. Una luz no alumbra si es escondida debajo de un almud, y Dios desea que los suyos, la luz del mundo, alumbren y resplandezcan. Esto David lo sabía. No repudia lo que Dios ha juntado; y con la misma sinceridad que había confesado su pecado y pedido redención, también ahora se prepara para el servicio de acción de gracias y de amor.
Pero conoce también su propia flaqueza, Recuerda cuán poca confianza puede tener en que los otros estimen su testimonio. Ha tenido experiencia de lo que puede testificar cada creyente; que la presencia de algo mundanal en él, aunque sea bajo la forma de un apartarse ligeramente de Dios hace el pecado, le cierra la boca; no, si él da testimonio, este se vuelve inefectivo. Este testimonio lo expresa en otro Salmo: “He creído, por tanto hablé” Salmo 116.10. Sabía que a menos que el Espíritu de fe estuviera en él, no podía hablar rectamente. Y teniendo conciencia de que había en él mucho temor a los hombres, así como indolencia y vacilación, le era necesario antes de pasar a las promesas de la acción de gracias, ofrecer una oración pidiendo este don de la divina gracia también: “Y en espíritu de nobleza afiánzame”
David sabía que podía contar con que la gracia de Dios le diera esta bendición. La gracia no sólo concede el perdón de los pecados, renovación del corazón y santificación de vida, sino que está también preparada para poner al alma en la posición de alabar a Dios y confesar Su nombre en medio de todos los deberes a que es llamada. Este es un punto que los creyentes entienden de modo demasiado imperfecto y sobre el que reflexionan demasiado poco. Creen que el perdón de los pecados es un acto de mera gracia por parte de Dios. Reconocen quizá, que la santificación de la vida debe ser obrada por la gracia. Pero no saben que el espíritu de nobleza (o espíritu libre, según otras traducciones) con su poder, debe ser también el don de la gracia gratuita. Continúa…

jueves, 25 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 25 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXIII
Continuación…
Los que deseáis ser salvos, y habéis llegado hasta este punto en el Salmo de David, dejad que esta petición entre en vuestro corazón. El gozo y la bienaventuranza de Dios son su santidad perfecta. El gozo de sus hijos es también el gozo de la santidad. Sin un corazón limpio y sin andar santamente el cristiano no puede continuar experimentando gozo. La vida de santificación es gozo. El camino de la vida de bendición, el corazón limpio y el espíritu firme, la vida en la presencia de Dios bajo la guía del Espíritu es representada alguna vez como una carga pesada. Dios la ha hecho en realidad un camino de gozo. Algunos sacrificios de la carne pueden parecer al principio adustos y desagradables; pero Dios ha declarado que el que se entrega a Él y sigue haciéndolo encontrará en su servicio una gran recompensa y el gozo de su salvación.
Es sólo en la medida que la salvación de Dios es apropiada efectivamente y en la experiencia, que puede ser saboreado este gozo. El gozo no es, como algunos han creído, algo aparte, separado, de la experiencia de la salvación; es el gozo de la salvación y se experimenta en proporción a la entrega a esta salvación y a la gracia redentora y santificadora que lo da.
Por esta razón hay tantos cristianos que buscan el consuelo y el gozo de la redención, e incluso oran por ellos, pero no los encuentran; mientras que aquellos que están menos ansiosos en cuanto al gozo y simplemente se concentran en ver y saborear la salvación de Dios, en conocer, creer y hacer lo que la salvación de Dios requiere, de su propio acuerdo se sienten gozosos en el Señor, y están llenos del gozo de la salvación.
Que el que quiera estar gozoso, confíe en el Señor como fuente de todo gozo. Que el que quiera estar gozoso, se entregue a la salvación del Señor. Que viva primero en la seguridad del perdón y viva una vida santificada; entonces puede en confianza pedir y esperar un gozo que es “inefable y glorioso” lª de Pedro 1.8


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MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 24 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXIII
Continuación…
La obra que sigue en el creyente es la santificación, la cual, por medio de su obra de restauración, da un corazón limpio y un espíritu firme, una vida a la luz de Su rostro y el revestimiento del Espíritu Santo. Esto también da gozo. Y, precisamente, así como no se puede experimentar el primer gozo sin el perdón, tampoco se puede experimentar un gozo continuo aparte de una vida santa. De modo tan seguro como que la culpa del pecado roba todo gozo hasta que uno es perdonado, toda contaminación que no es confesada y eliminada llena al alma de tinieblas.
Pero el que desea ser salvo y el que ya ha recibido la gracia deberían reflexionar sobre este hecho. El gozo del perdón no permanecerá indefinidamente a menos que sea confirmado como gozo de la santificación. En esta experiencia muchos cristianos han incurrido en una grave pérdida, por falta de cuidado y conocimientos. Cuando el primer gozo empezó a disminuir, no sabían por qué ocurría esto, o bien fueron infieles al no confesar este triste hecho a Dios y adscribir la pérdida a Dios como una prueba o tribulación que Él les había enviado. Si hubieran seguido adelante por el camino de la gracia, si hubieran pedido gracia, no sólo habrían sido limpiados de su culpa sino que habrían encontrado por experiencia que, con la obra progresiva de la gracia en el alma, Dios les habría dado un gozo progresivo. Es el gozo de la salvación de Dios, el que David está solicitando. Hay gozo en la salvación de Dios, y sólo en la medida en que nos entregamos a Dios, fiel y totalmente, podemos gozar de él.
Y así resulta que nuestro gozo doble es sólo uno como era también la pureza. Es el pecado que implica dolor y miseria. Es el ser librado del pecado que nos imparte luz y alegría. Es un Dios el que arrolla y se lleva la maldición y la culpa del pecado en un momento, y que luego, gradualmente, libra al alma de su poder. El que se regocija en el perdón debe saber que hay gozo que es todavía más dulce, más profundo, más glorioso que este, cuando la emancipación del pecado y la comunión con Dios, que empezó con el perdón, es continuada, apropiada y confirmada en la santificación. El gozo de perdón es el principio, las primicias, y está destinado al hijo de Dios recién nacido. Es como la leche de la bendición. El gozo de la santificación y de la comunión con Dios es para aquellos que ha crecido. Es comida sólida, el fruto maduro del gozo.- Continúa…

martes, 23 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 23 DE NOVIEMBRE:
CAPÍTULO XXII
Continuación…
En segundo lugar, esta bendición debe ser un claro elemento de la oración por la gracia. La persona que desea la salvación debe ver que es indigna de esta bendición y da motivos para perderla a cada momento. Debe observar cada día que es un favor de Dios si el Santo Espíritu no le es quitado. Debe comprender que su crecimiento y firmeza en esta bendición tendrá lugar en la medida de la sinceridad y fervor de su deseo, de su oración y de su fe. Su comunión con el Espíritu se hará al mismo tiempo más consciente y efectiva. Y según esta medida también le será dada esta bendición, de modo más glorioso y rico. La corono y el sello de la bendición será la consciencia de esta comunión con el Espíritu. Por otra parte, el descuido de la oración dará por resultado no sólo la pérdida de la bendición, sino también la supresión de las otras bendiciones que había recibido previamente. Por tanto oremos con la mayor sinceridad: “No retires de mí tu Santo Espíritu”.-
CAPÍTULO XXIII
“Devuélveme el gozo de tu salvación” (v. 12a)
Hemos visto antes, que David hablaba de una doble purificación. Había la primera purificación, que consistía en la liberación de la culpa, el fruto de la absolución a base de la expiación de Cristo: ”el ser lavados en la sangre de Cristo”. Había también la purificación interior del alma por la energía creativa y renovadora del Espíritu Santo.
Por tanto habla de un doble gozo, como se ve en el contexto. Había dicho previamente:”Hazme oír gozo y alegría” (v. 8). Entre la repetida petición de perdón (versículos 1 y 9), esta palabra tiene una clara relación con el primer gozo sobre el perdón de los pecados. La petición del versículo 12, por otra parte, siguiendo como sigue expresiones que indican claramente la vida interior de gracia y santificación, nos enseña que el gozo de la salvación de Dios es no sólo el deseo y posesión de los que se han convertido, cuyo regocijo es la alegría del perdón, sino que se refiere al cristianismo que se esfuerza por seguir adelante en el camino del crecimiento y la santificación.
Vamos a prestar atención cuidadosa al contexto. Hemos visto ya que el primer gozo del que ha recibido la gracia depende del conocimiento del perdón. El pecador que ha sido despertado al conocimiento de su pecado, no puede sino regocijarse en Dios, al saber que este pecado ha sido perdonado. Si no ha recibido el perdón sabe que Dios está airado con él, y que Dios es un fuego consumidor. Sólo cuando ha acudido a la cruz y recibido el beneficio de la expiación, la idea del Santo Dios le llena de alegría. La comunión y reconciliación con Dios le imparte gozo.
De la misma manera, la continuación en el crecimiento del gozo depende en la profundización de la comunión con Dios. El primer acto de Dios al empezar esta comunión con el alma, es decir, el perdón de los pecados, es impartir gozo. Continúa…

lunes, 22 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 22 DE NOVIEMBRE:
CAPÍTULO XXII
Continuación…
Es esta lección, por tanto, que se enseña al creyente en esta petición, es decir, se le enseña a esperar no sólo un corazón limpio, un espíritu firme, la luz del rostro de Dios, sino también el revestimiento del Espíritu de Dios en el corazón. Cada creyente puede tener, y debe tener la experiencia de esta bendición. Sin ella no vive de acuerdo con la voluntad de Dios.
La oración de David deja esto bien claro: “No retires de mí tu Santo Espíritu”. Habla como quien ya ha recibido el Espíritu Santo, su petición es que el Espíritu no le sea retirado. Cree que, aunque su antiguo gran pecado le ha sido perdonado, siempre corre el riesgo de agraviar y apagar el Espíritu Santo, y que luego tenga que permanecer sin la bendita experiencia de
Su obra. Sabe que, por más que el Espíritu Santo sea el Espíritu de gracia, que soporta al pecador con gran compasión, es todavía el Espíritu Santo, y que por tanto, es indudable que el amor al pecado lo va a ahuyentar. Sabe que si se orienta hacia el mundo y se preocupa demasiado de él, si le falta cuidado y reverente atención respecto a su obra, el Espíritu recibe daño, es agraviado, y el resultado es que es retirado de nuestra presencia. El mismo resultado se sigue en la infidelidad en el uso de los medios de gracia, como la Palabra y la oración, con cuyas operaciones el Espíritu va enlazado. Es con un sentido de este grave peligro que David ora:”No retires de mí tu Santo Espíritu”.
Esta petición es parte de la oración pidiendo gracia, porque es debido totalmente a la gracia de Dios que el Espíritu Santo no es quitado de los creyentes. Cada vez que se le causa menoscabo, o se le deshonra, hay razón para que sea retirado, de modo que, si no fuera realmente el Espíritu de gracia, ciertamente nos abandonaría. David esperaba y rogaba de la gracia de Dios que el Espíritu de Dios no le fuera retirado, aún cuando lo mereciera.
Las lecciones para el creyente son especialmente estas dos:
Primero, el Espíritu Santo reside en él. El que desea ser conducido por el camino de la gracia, de la mano de David, por este Salmo debe saber que si desea ver preservadas y confirmadas las bendiciones en que tiene puesto el corazón, es decir: perdón, renovación y restauración al favor de Dios, si quiere ser todo lo que la gracia le haría, debe permanecer bien ocupado con la promesa del Espíritu y debe mantener su deseo fijo firmemente en ella. Que busque en la Palabra de Dios todas las promesas respecto a la operación el Espíritu. Que sepa con seguridad que este don lo tiene a mano. Que se someta sin reserva al Señor, a la experiencia de esta gloriosa gracia. Que procure vivir diariamente en la comunión del Espíritu y experimentará que esta es la mayor bendición que puede hallar sobre la tierra.
Continúa…

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 21 DE NOVIEMBRE:
CAPÍTULO XXII
“Y no retires de mí tu Santo Espíritu” (V. 11b)
David ha procurado obtener una bendición, un gran don de Dios: que pueda andar siempre delante de Su presencia y a la luz de Su rostro. Ha pedido que su vida entera en la tierra y todo su ser pueda ser santificado e iluminado por el conocimiento de que en todo está viviendo su vida en la presencia inmediata de Dios, bajo su mirada, y su favor. Ha deseado que toda su vida en la tierra, pueda transcurrir conversando con su Dios en el cielo –una vida gloriosa- que la gracia está dispuesta a conceder.
Y con todo, hay algo más glorioso y más elevado todavía. Que pueda andar en la tierra en comunión con Dios, como en el cielo es sin duda una gracia maravillosa, pero que el Altísimo descienda del cielo y more en su corazón y lo consagre como su templo esto es seguramente la plena gloria a la cual la gracia nos ha destinado. Y es en esto que piensa David cuando ruega: “No retires de mí tu Santo Espíritu” Suspira por un revestimiento consciente del Espíritu Santo.
Algunos pueden pensar que esta petición no está en el lugar apropiado. Nada es obrado por la gracia en nosotros de no ser por el Espíritu. Incluso nuestra primera convicción de pecado y el deseo de orar pidiendo la gracia debe venir de Él. ¿No debe, pues, orarse por el Espíritu antes que nada? La respuesta puede ser dada en estas consideraciones. La obra del Santo Espíritu en el pecador que ha sido movido a desear la salvación es sin duda indispensable, pero es escondida e inconsciente. Esta persona no sabe que la ansiedad causada por la convicción de pecado y sus ruegos pidiendo misericordia son el resultado de las operaciones del Espíritu,- y él no sabe en modo alguno, si estos ruegos serán oídos o no-. Por otra parte, cuando en un período ulterior, llega realmente a la fe, tiene la promesa de que conocerá el Espíritu; que el Espíritu no sólo obrará en él, sino que establecerá Su presencia en él y que lo sabrá y lo sentirá.
Esta es, por ejemplo, la promesa hecha a todos los que fueron despertados en el día de Pentecostés y que ya al principio habían experimentado la operación del Espíritu: ”Arrepentíos…. y… (luego) recibiréis el don del Espíritu Santo” Hechos 2.38; tal como el mismo Señor Jesús dijo a sus discípulos después que ellos experimentaron los principios de la obra del Espíritu:”Si me amáis, guardad mis mandamientos, y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Juan 14. 15-16. De este modo la oración de David aquí no es una petición por las primeras operaciones del Espíritu con miras a la conversión. Esta oración es necesaria, es según la voluntad de Dios y debe ser ofrecida. Pero, la petición que aquí se hace se refiere al revestimiento del Espíritu de Dios que es un privilegio del creyente. El Espíritu permanece en ellos, lo enseña: Juan 16.13, 14, los sella y les da la seguridad de la filiación: Romanos 8.15, 16, los santifica y prepara para el cielo: Romanos 8.11. Continúa…

sábado, 20 de noviembre de 2010

COMENTARIO A LAS MEDITACIONES. V. Glez.

COMENTARIO A LAS MEDITACIONES: V. Glez.
Para mí ha sido de muchísimo provecho lo que hemos visto en los capítulos que venimos leyendo diariamente sobre el Salmo 51.
Me ha sido muy esclarecedor la forma de exponer paso el paso el proceso de la salvación del pecador y su relación con Dios día a día. No siempre tenemos tan ordenado el pensamiento para dar cuenta de ello y exponerlo a otros. Dice Murray: Si has sido perdonado, es de capital importancia que entiendas que ésta es la parte principal de la verdadera experiencia espiritual” y más adelante señala tres puntos vitales o básicos a tener en cuenta para seguir gozando de esa plenitud de vida y comunión con Dios que todos deseamos. Para ello se requiere de unas pautas que no siempre las tenemos tan definidas, y por lo tanto, no están ordenadas en nuestra mente para seguirlas y estar en sobre aviso cuando las incumplimos o las descuidamos en nuestro vivir cotidiano, por lo cual nuestra vida espiritual se debilita y fallamos. Es necesario tener unas premisas claras, unas pautas por las que nuestro comportamiento discurra. Cuando nuestra mente se mueve en un “ir y venir” indisciplinado, somos el blanco fácil para cometer errores y pecados que nos abruman y debilitan en la fe, aunque pidamos perdón y lo recibamos por la misericordia de nuestro Dios.
El primer punto de Murray es:” Anda con un sentimiento del perdón de los pecados. Afírmate en la gracia que ha borrado tu culpa. Trae cada nuevo pecado, cada día a la sangre de Jesús, para que puedas ser lavado. Vive cada día en la convicción de la gracia que te permite verte en la justicia de Jesús como “más blanco que la nieve”…
El segundo punto es: “Esfuérzate con tesón por la pureza y la santidad de corazón. Deja que el ardor de tu alma cauterice toda impureza interior y pecado. Sé cuidadoso vigilando la disposición tuya impura. Recuerda que debes aborrecerla como Dios la aborrece. Enardécete ante la idea de que eres redimido para ser santo, como Dios es santo…
El tercer punto es: “Para andar en la presencia de Dios, es necesario un espíritu firme. Tiene que haber no un deseo flácido o medio muerto de tener la bendición, sino una resolución firme y un propósito del corazón, y la decisión de una voluntad fuerte. Sí, mientras estés unido al perdón y al deseo ardiente de pureza de corazón, decide en la fuerza de Dios no descansar hasta que hayas experimentado la bendición de permanecer siempre en el gozo de la secreta presencia de Dios.
Es verdad que en nuestra fuerza no conseguimos nada ni nos viene nada de parte Dios por lo que nosotros hagamos sino por la misericordia divina que nos hace partícipes de Su fortaleza para poder permanecer firmes en las resoluciones que debemos tomar para sostenernos en santidad y pureza delante de Él. Pero requiere de nuestra parte, que tomemos una postura firme y sostenida, no dubitativa o flácida porque si no, no salimos del punto de partida y nuestro crecimiento se hace imposible. Este tercer punto, nos lleva a replantearnos nuestra vida cotidiana partiendo de las premisas que en este orden expuesto debemos considerar y ajustar delante de Dios cada uno si vivimos bajo el perdón de Dios realmente. Si hemos dado el primer paso y si hay en nosotros el deseo ardiente de pureza de corazón, esto nos llevará indiscutiblemente a buscar en el poder de Dios el gozar de la experiencia de vivir en el gozo secreto de la presencia de Dios.
Es el gozo de Su presencia en nosotros que nos induce a conocer la Verdad y seguirla. A buscar en su Palabra su Voluntad y ejecutarla y poder decir que nuestro deleite es el Señor siempre.

viernes, 19 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 19 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXI
Continuación…
La verdadera religión consiste en esto, en que el alma encuentra su mayor felicidad en la comunión personal con Dios. La gracia te dará una comunión bendita e ininterrumpida con Dios. De aquí que se nos enseña en esta petición de gracia que debemos pedir esta bendición y esforzarnos por obtenerla. Cada día, y todo el día, debes esforzarte por andar a la luz de la presencia de Dios. Si deseas saber cómo puede uno llegar al punto de vivir de modo que pueda gozar de esta bendición, este Salmo te da la respuesta.
En primer lugar, anda con un sentimiento del perdón de los pecados. Afírmate en la gracia que ha borrado tu culpa. Trae cada nuevo pecado, cada día, a la sangre de Jesús, para que pueda ser lavado. Busca vivir cada día en la convicción de la gracia que te permite verte en la justicia de Jesús, como “más blanco que la nieve”. Mira al Dios santo, quien por amor de Jesús te declaró justo y te ama. Sin esto te será un conflicto serio, o peor aún, te será imposible el andar a la luz de la presencia de Dios. Permanece firme en la fe de que Dios es tu Dios y tu Padre. Sólo por medio de esta fe podrás continuar gozando de la luz y el amor de Dios.
En segundo lugar, esfuérzate con tesón por la pureza y la santidad de corazón. Deja que el ardor de tu alma cauterice toda impureza interior y pecado. Sé cuidadoso vigilando la disposición tuya impura. Recuerda que debes aborrecerla, como Dios la aborrece. Enardécete ante la idea de que eres redimido para ser santo, como Dios es santo; y que sea tu ferviente y sincera oración: “¡Un corazón limpio, oh Dios, un corazón limpio!” Sabiendo que la obra de la nueva creación no se completa al instante, pide a Dios que la cumpla en ti. Un alma redimida que está contenta con lo que tiene, que no desea ardientemente se santo, no puede andar a la luz de la presencia de Dios. Sus ideas mundanas, su disposición descuidada y carnal, son una nube que le separa de Dios.
En tercer lugar, para andar en la presencia de Dios es necesario un espíritu firme. Tiene que haber no un deseo flácido o medio muerto de tener la bendición, sino una resolución firme y un propósito del corazón, y la decisión de una voluntad fuerte. Sí, mientras estés unido al perdón y al deseo ardiente de pureza del corazón, decide en la fuerza de Dios no descansar hasta que hayas experimentado la bendición de permanecer siempre en el gozo de la secreta presencia de Dios. Empieza cada mañana con un propósito firme y séllalo con una oración de fe, que Dios te proteja de todo aquello que te podría echar de Su presencia. Experimentarás que Dios oirá tu oración: “No me eches de delante de ti” Y en esta bendita experiencia podrás decir con gozo: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado a los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre… Bendito sea Jehová, porque ha hecho admirable su misericordia para conmigo…” Salmo 31.19-21

jueves, 18 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 18 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXI
“No Me eches de delante de ti” (v. 11a).
David sigue en su oración rogando por las bendiciones de la nueva vida de gracia y nos enseña también, por el Espíritu Santo, lo que podemos esperar de la gracia en la nueva vida. El corazón limpio y el espíritu firme actuando de acuerdo con sus directrices son una gran bendición. Pero, desea todavía algo más y es la luz del rostro de Dios. Pide la bendita experiencia por la cual uno anda siempre en la presencia de Dios como su amigo, y en la consciencia de que Él nos mira con favor y amor.
La promesa de esta bendición es muy clara en la Palabra de Dios. Es mencionada frecuentemente y de modo expreso como uno de los privilegios de los hijos de Dios: “Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro” Salmo 89.15. No puede ser de otra manera. ¿Cuál es el gozo mayor de un hijo? El agradar a su padre o a su madre. ¿No vemos a menudo cuán contento y sosegado juega un niñito cuando su madre está en la habitación? L a madre está ocupada y el niño está ocupado; pero, al ver la cara de su madre y sabiendo que está cerca es la alegría del niño. ¿Y no concederá Dios este privilegio a los que reciben el nombre y los derechos de hijos? Sí, Él desea que en este mundo puedan vivir siempre delante de su faz, a la luz de su rostro, con la seguridad de Su amor.
El valor de esta bendición se puede entender fácilmente. ¡Qué gozo poder hacer todo el trabajo y llevar los conflictos a los pies del Padre, sabiendo que Él nos mira con agrado! Poder levantar los ojos en cada dificultad y en medio de graves conflictos, para ser refrescados por su mirada y el ánimo de su divina amistad, ¡qué poder nos da en las tribulaciones y en las penas!
Y, es posible que alguien pregunte, ¿cómo puede ser gozada esta bendición? Es fácil responder. El hijo no necesita mirar siempre a la madre para gozar de su proximidad. El niño juega o trabaja, pero se da cuenta si la madre sale de la habitación. En medio de sus actividades tiene siempre un sentido íntimo de su proximidad. Lo mismo ocurre con el cristiano. Puede llegar a estar tan íntimamente unido a Dios que no puede perder su presencia y en medio de las más exigentes actividades de su vocación en la tierra, siempre queda en el alma este bendito sentimiento:”Mi Dios me ve, puedo mirarle”. Trabaja bajo la mirada de Dios. En su vivir y en su fe siempre activa contempla al Invisible y habita en Su luz. Y de la misma manera que uno anda y trabaja bajo la luz sin pensar siempre en la luz, igualmente surge a raudales a su alrededor en la experiencia espiritual la presencia de Dios como la luz del alma.
Si has sido perdonado, es de capital importancia que entiendas que esta es la parte principal de la verdadera experiencia espiritual. No te olvides que el objetivo que Dios tiene en Su gracia y Su redención es restaurar el lazo de amistad y amor entre Él y el pecador.- Continúa…
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MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 17DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO por Andrew Murray
CAPÍTULO XX
Continuación…
Que la Palabra de Dios sea tu alimento; asimílalo, aprópiatelo; déjalo que penetre en ti completamente, que sea carne y sangre de tu espíritu. Al ser guiado por él, esfuérzate en pensar lo que Dios piensa, querer lo que Dios quiere, en todo, ser de la misma mente que Dios, que su Palabra esté en ti, que crezcas por ella; entonces será establecido. En todos tus deseos y expectativas, en todos tus esfuerzos, deja que lo que Dios ha dicho sea tu norma, y el espíritu firme será renovado en ti. Si la Palabra de Dios es la roca de tu confianza, no serás conmovido como tampoco hay variabilidad o sombra de cambio en Dios.
¿Cómo se hizo fuerte en la fe Abraham, en medio de tantas pruebas? La raíz de su firmeza fue la promesa de Dios. ¿Cómo pudieron Caleb y Josué estar firmes en medio de los millares y millares del pueblo de Israel? Estaban afirmados en la Palabra de Dios. ¿Y cómo están firmes hoy muchos otros creyentes? La respuesta es simple: “Los que confían en Jehová son como el monte de Sión, que es inconmovible, que permanece para siempre” Salmo 125.1. Dios, tal como es revelado en su Palabra, da el espíritu de firmeza y fortaleza.
Y si quieres saber más aún, como se manifiesta un espíritu firme, la respuesta no es difícil: es en lo resuelto de una firme voluntad que ejercerá dominio sobre el espíritu y el modo de vivir y andar. El gran defecto de muchos creyentes, cuando tienen un nuevo corazón, es el fallo en decidirse de modo firme y resuelto a echar el pecado de sus vidas y hacer la voluntad de Dios. No obedecen realmente los dictados de su conciencia, la voz interior del Espíritu y la Palabra, no se rinden sin reservas a la voluntad de Dios tan pronto como la saben. Es apropiado que cada creyente tenga el firme propósito de hacer la voluntad de Dios sin tardanza, tan pronto como la conoce. En ese punto no debería haber dudas porque hay muchas almas de doble ánimo e inconstantes en todos sus caminos. El corazón dividido les hace vacilar constantemente.
Recuerda que junto con el nuevo corazón y con el sentimiento de pecado y el buen deseo, debe haber un espíritu firme, que sea resuelto y dispuesto positivamente a cumplir los mandatos de Dios. Este espíritu firme debe ser formado a base de mucha oración:”Renueva un espíritu recto dentro de mí” y, al mismo tiempo, debe ser el objeto de mucho esfuerzo para luchar contra el pecado. El que lo busca en oración, lo recibirá sin duda, y podrá unirse al canto de liberación de David: Salmo 40.2:”Me extrajo del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; afianzó mis pies sobre una roca, y consolidó mis pasos”.
No lo olvides. En la oración pidiendo gracia y en la vida de la gracia, el espíritu firme debe tener un lugar. El árbol joven no sólo debe ser plantado, sino que debe echar raíces, de otro modo no llevará fruto. Por tanto, que sea esta tu oración continua: “Haz mis pasos firmes en tu Palabra, y no permitas que la iniquidad tenga dominio sobre mí” Observa que el fruto de la firmeza es la libertad de no ser dominados por el pecado.-

martes, 16 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 16 DE NOVIEMBRE:
CAPÍTULO XX
“Y renueva un espíritu recto dentro de mí” (v. 10b)
Cuando Dios crea un corazón limpio en una persona, esta persona nace de nuevo. Es en verdad una nueva criatura. Ha recibido la nueva vida, el amor de Dios.
No basta sin embargo, que uno reciba la nueva vida. Debe crecer y hacerse fuerte. Un niñito débil es realmente una criatura humana viva, y sin embargo hay que cuidarle mucho, alimentarle y dirigirle hasta que llega a la estatura de una persona adulta normal. Un niño débil puede estar de pie y correr, pero debe robustecerse y aumentar en vitalidad.
Y esto es lo que David pide. Desea no sólo la nueva vida con el corazón limpio, sino un espíritu recto, o sea, un espíritu firme. La nueva vida y la pureza de corazón son débiles y tiernas al principio. Hay que hacer mucho para que puedan crecer. La creación de Dios no se completó en un día; lo mismo la creación de un corazón limpio, requiere tiempo antes que esté concluida y el hombre entre en el Día de descanso, su descanso divino. Y a causa de que en la nueva creación, después que Dios ha implantado el primer principio de vida, el hombre debe cooperar voluntariamente con Dios, también es necesario que, con un espíritu firme, se someta al Señor y a Su obra. El comienzo de la nueva creación no depende de un espíritu firme, pero el progreso sí depende. De esta firmeza depende también el grado de gloria con el cual la nueva creación es llevada a su cumplimiento.
Al separar las dos oraciones se puede incurrir en grave pérdida. Están íntimamente unidas. El que se contenta con pensar que ha recibido un nuevo corazón y no se esfuerza con un espíritu firme y una voluntad resuelta a guardar lo que ha recibido, y no se esfuerza por aumentar lo que Dios le ha dado, pronto lamentará la pérdida de gozo del corazón limpio. Por otra parte, el que obra y ruega por un espíritu firme, conocerá la gloria de la pureza del corazón y el esplendor de la nueva creación, la certeza plena del poder del nacimiento celestial. Debemos también pedir a Dios que nos dé un espíritu firme. Firme es lo opuesto a débil, incierto, cambiable, variable. Lo que está firme no puede ser movido o derribado. Debemos pedir a Dios este espíritu. Al mismo tiempo debemos observar en qué maneras Dios obra para darnos esta bendición.
Esta es la primera cosa que notamos:”La fe es un fundamento firme” El que está firme no puede ser conmovido. Por tanto leemos del justo: “Su corazón está seguro, no temerá” Salmo 112.8, y por tanto Pedro usa la frase “firmes en la fe” 1ª Pedro 5.9, y Pablo escribe:”si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio” Colosense 1.23. En hebreo la palabra “creer” viene de una palabra que significa “estar firme, seguro”; y la palabra “creer” significa exactamente “continuar firme”. Puesto que Dios mismo es una roca firme, el fundamento de toda certidumbre y firmeza, debe ser por fe o aferrados a Dios que podemos permanecer firmes. Si quieres saber lo que pides a Dios cuando ruegas por un espíritu firme, esta es la respuesta: cuanto más te adhieres a Dios y te entregas a su Palabra y consejo, más firme estarás. Y si quieres saber cómo te dará Dios el espíritu firme, esta es la respuesta: por la Palabra.- Continúa….

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 15 DE NOVIEMBRE :
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XIX
Continuación…
Pero, esta pureza no es todo lo que la persona necesita. Hay una segunda purificación que es el fruto y la consecuencia de la primera. Un juez de la tierra puede absolver a alguien o proclamarle limpio, aunque su corazón continúe adherido a los delitos antiguos y al salir de la sala del tribunal, cometerlos otra vez. Pero, cuando Dios absuelve al pecador y lo proclama limpio simplemente y sólo por amor de Jesús, empieza en la persona la obra de purificación interna. La misma gracia que le enseña a orar por la primera pureza (el acto judicial por el que es absuelto), le enseña también a desear la segunda pureza (la purificación interior, que viene por la renovación del Espíritu); y por tanto, después que David ha rogado:”Purifícame…. y seré limpio; lávame…. “y seré más blanco que la nieve”, ruega aquí otra vez: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”. Lo uno es tan indispensable como lo otro. Son dos formas diferentes en que la pureza de Jesús llega al hombre. Tan pronto como la persona cree, la justicia de Jesús le es aplicada, y por ello es inmediatamente aceptable a Dios, por ser limpio. La comunicación interior de la pureza de Jesús al alma tiene lugar por grados.
Las dos son una, pero no deben ser confundidas, como suele hacerse, en perjuicio de muchos. La una es la raíz, la otra es el fruto. La una sigue a la otra. Notemos esto cuidadosamente. David ha pedido primero la una (v. 8 ,9), y luego pide la otra. No hay que olvidar que la primera, la purificación por la sangre de Cristo debe estar presente antes de recibir la segunda, y que solo el que ha recibido y acepta la primera tiene el poder de obtener la segunda.
Que sea esta tu oración: “Ten piedad de mí, oh Dios, borra todas mis iniquidades. Crea en mí un corazón limpio”. Entendemos ahora el lugar que esta petición ocupa en el Salmo. Nos ha preparado para sentir mejor el significado y el poder del Salmo. ¡Que Dios nos enseñe a ofrecer esta oración con profunda sinceridad y de todo corazón! El deseo del verdadero suplicante debe dirigirse a la pureza interior, sobre todas las cosas. David no se contentó con pedir simplemente el perdón de sus transgresiones. Como sentía que toda su naturaleza estaba corrompida interiormente, deseaba ser purificado interiormente también. No está contento simplemente con la absolución del castigo merecido. Por desgracia muchos están contentos con el. No, él desea ser librado del poder y revestimiento del pecado. Cree que sólo según la medida de su santidad puede gozar de Dios, porque:”Bienaventurados los de puro corazón; porque ellos verán a Dios” Los que buscáis la salvación, no dejéis que vuestros deseos sean limitados al perdón. Debes esperar este corazón limpio. Dios el Creador es también Dios el Renovador. Él puede hacerlo. Como la obra de la primera creación no fue completada instantáneamente, sino poco a poco, lo mismo será con la renovación. El santo Dios puede hacerlo. Él puede hacer puro el corazón impuro. Es para esto que sirve la gracia. Puedes esperar esta bendición. Cuando oras pidiendo perdón, que este sea sólo un paso hacia hacerte santo. Dios es puro. Dios es santo, y no hay petición que le agrade más que el que tú quieras ser santo también. “Crea en mí, oh Dios, un corazón puro”.-

domingo, 14 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 14 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
LA ORACIÓN DE RENOVACIÓN
10. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11. No me eches de delante de ti, y no retires de mí tu Santo Espíritu.
12. Devuélveme el gozo de tu salvación, y en espíritu de nobleza afiánzame”
CAPÍTULO XIX
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (v. 10a).
Antes, David había orado: “Purifícame con hisopo y seré limpio” (v. 7). Una persona es limpiada cuando es rociada con la sangre de Jesús y así es purificada de pecado; es absuelta. En este versículo David ora de nuevo para que sea hecho limpio; pero la limpieza ha de venir de otra manera. Pide que Dios cree en él un corazón limpio, esto es, que haga un nuevo corazón en él, que sea limpio por su poder divino. Siente que hay dos maneras en que lo inmundo puede pasar a ser limpio ante Dios. Una es el ser lavado y limpiado de la culpa en la sangre de Jesús, judicialmente: ser absuelto. La otra, ser renovado y cambiado interiormente, por medio de lo cual uno recibe un corazón nuevo, en ligar del viejo e inmundo. Si quieres entender el camino de la salvación, la obra de la gracia, y la oración por la gracia, debes tener ideas claras con respecto a estos dos tipos de pureza.
La primera es la pureza del alma cuando es absuelta a base de la sangre de Jesús. Por medio de la absolución y el perdón de Dios, en que Dios vuelve la espalda al pecado, la persona es libre enteramente de la culpa que había en ella, y por tanto judicialmente limpia. Es decir, se han cumplido las exigencias de la ley; he pagado mi culpa, sea yo mismo o mi fiador. Por tanto, la ley ya no tiene ningún derecho sobre mí. Soy inocente y limpio. La ley siempre inquiere sólo sobre lo que he hecho y lo que he sido, no sobre lo que soy o lo que hago. Así que el juez de la tierra puede absolver a alguien, o pronunciarle inocente, sin que esto implique que el corazón de la persona absuelta sea limpio o que está más allá de la posibilidad de cometer otra vez el mismo delito.
Del mismo modo, el pecado es pronunciado absuelto y limpio de todos los pecados que ha cometido, sin que esto implique que su corazón es limpio de la simiente de pecados futuros. De hecho, aunque Dios sabe que el corazón es interiormente impuro, por lo que se refiere a la disposición interior pecaminosa, el pecador es declarado limpio por la ley tan pronto como las exigencias de la ley han sido cumplidas. Los requisitos de la ley han sido siempre cumplidos por el Salvador, por su obediencia y sufrimiento, y por tanto, al aceptarlo, se tiene la bendición de ser declarado inocente en Su sangre. Esto, pues, es la pureza de que David habla al principio del Salmo: el perdón completo de los pecados y el ser hecho “más blanco que la nieve” Continúa…

sábado, 13 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 13 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XVIII
Continuación…
Pregunto si en la presencia de Dios, el que escudriña los corazones, puedes decir que te conoce (Él tiene un libro en el que están escritos los nombres de todos los que le buscan) como uno de los que realmente buscan el perdón. ¿Puede Dios testificar que tienes hambre y sed del perdón? ¿Puedes decir que cada día estás buscando y esforzándote por esta gracia como algo indispensable? Has abandonado el pecado y renunciado al mundo para obtener este perdón? ¿Estás ahora orando con fervor, incluso en horas excepcionales (porque el verdadero buscador no tiene que limitarse a unas horas fijas), presentándote delante de Dios, requiriéndole el perdón, como una bendición que tiene que darte? ¿Estás realmente buscando en la casa de oración, en la Palabra de Dios, y en la oración en tu propia cámara, el perdón que deseas y por el cual estás dispuesto a considerar todo lo demás como una pérdida? Vale la pena buscarlo así. Dios desea que se busque así: y sólo el que lo hace ha de obtenerlo.
¿Le buscas realmente así?
Tengo todavía otra pregunta. Si no has estado buscando que sean borradas tus maldades hasta ahora, o si sólo has empezado a buscarlo, esta pregunta no te afecta. Pero si dices que lo has estado buscando entonces te pregunto: “¿Lo has encontrado?” ¿Son perdonados tus pecados? ¿Sabes que, con la misma seguridad con que la culpa del pecado estaba sobre ti, estás ahora limpio delante de los ojos de Dios, porque Él ha borrado tus iniquidades? Ya sé que muchos se retraen de estas preguntas, pero hay buenas razones para preguntarlas. Cuando David había pedido misericordia, no se contentó con ideas indefinidas sobre la bondad de Dios. Sabía lo que Dios en su bondad, deseaba hacer por él. Ruega que sean borradas sus iniquidades con la expectativa de obtener respuesta a la oración y en la esperanza de que entonces, el gozo y el poder de la nueva vida serán su parte, tal como canta más adelante en otros Salmos, por ejemplo el Salmo 103:”Bendice alma mía a Jehová… Él es quien perdona todas tus iniquidades” Por tanto, te pregunto si tus iniquidades han sido borradas. Si no es así, no estás en el lugar en que debes estar. No tienes parte en la salvación de Dios. Por tanto te ruego:”Apresúrate a presentarte ante Dios” o permanecerás alejado de Él. Ora, cree. Esta bendición puede y debe ser encontrada. Esta bendición es también para ti: tu pecado puede ser eliminado. Que tu alma entera se proponga este objetivo: que tus pecados sean borrados. Sin esta bendición no hay salvación. Sólo Dios puede darla. Dios desea darla. Dios te la dará. Él lo hará por ti. Él quitará todos tus pecados. Sólo que le dejes oír esta oración desde el fondo de tu corazón: “Borra todas mis maldades”. Mira a Cristo en fe. El Hijo de Dios salva a los pecadores. El que cree en Él no será avergonzado.-

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viernes, 12 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 12 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XVIII
“Y borra todas mis maldades” (v. 9b)
Esta petición la oímos por segunda vez. Fue el primer ruego que hizo David al empezar a pedir misericordia, a fin de decir qué era lo que quería al pedir misericordia. Ya ha expresado sus deseos por medio de otras expresiones diferentes como “Lávame”, “Límpiame” (v. 2). “Purifícame”, “Lávame”, “hazme oír gozo y alegría” (v. 8), “oculta tu rostro de mis pecados” (v. 9). Una vez lo junta todo en una significativa exclamación: “Borra todas mis maldades”.
Para dar una explicación de esta solicitud, podemos referirnos a lo que ya hemos dicho en el versículo 1. Es importante que consideremos esta petición al reflexionar sobre la porción precedente del Salmo y al preguntarnos a nosotros mismos si tenemos algún conocimiento real del mismo. Es de gran interés para nosotros, porque es la última vez que este punto es mencionado en el Salmo. En los tres versículos siguientes, David pide una renovación interior del corazón por medio del Espíritu de Dios, y desde el versículo 13 al final del Salmo, habla de los frutos de acción de gracias que la redención de Dios han de causar. Pero antes de proceder a esto, otra vez exclama: “Borra todas mis maldades”. Con ello muestra cuan en serio habla sobre esta materia. Sabe que ésta es la raíz y principio de todo lo demás y que si un acuerdo claro entre Dios y el pecador respecto al perdón de los pecados no hay posibilidad de una nueva vida. Y por tanto hablaré también de este asunto con toda sinceridad, precisión y seriedad. Quiero hacer algunas preguntas sobre esta materia tan importante.
¿Entiendes bien lo que es el perdón de los pecados, el “borrar todas mis maldades”? No te imagines que esta pregunta es innecesaria. Hay muchos cristianos sinceros que no entienden bien este punto. Se trata nada menos que de los cimientos de nuestra redención. ¿Entiendes que el borrar todas las iniquidades es la primera bendición que Dios desea dar al pecador que desea la salvación? ¿Entiendes bien que Dios está dispuesto a concederla al instante, sin necesidad de esperar, a todo el que la recibe en fe? Él nos la ofrece constantemente. ¿Entiendes que aquel que en la sencillez de su corazón recibe al Salvador por fe, ve también que todos sus pecados son borrados? ¿Sabes también que es por esta fe en la cual recibe a Jesús, según palabra divina, puede tener la seguridad de que sus pecados han sido borrados del libro de Dios, porque el Espíritu Santo, da testimonio en él de este perdón? ¿Y entiendes que este borrar es perfecto, completo y que por él el alma aparece ante Dios “más blanca que la nieve” y puede mirar a Dios como su Dios que ya no está airado con él? ¿Entiendes todo esto o alguno de estos puntos no está todavía claro? Estos puntos afectan tu salvación eterna.
Voy a preguntar de nuevo: ¿Estás de veras buscando perdón y que tus maldades sean borradas? O pregunto si sabes que necesitas salvación, si a veces estás inquieto, si a veces oras, o incluso si oras cada día:”Perdónanos nuestros pecados” No, amigo, lo que pregunto es más que esto. Continúa…

jueves, 11 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 11 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XVII
Continuación…
Cuando el pecador recibe la absolución de sus pecados, está justificado a los ojos de Dios. Sus antiguos pecados ya no pueden ser encontrados. Dios ha ocultado su rostro de ellos; y cuando el santo Juez no los contempla más, entonces el alma absuelta puede regocijarse en la seguridad de su favor y su amor.
En este punto, sin embargo, alguien puede preguntar: ¿Cómo puede ser que el Dios fiel y omnisciente, que conoce mis pecados, pueda cerrar sus ojos a ellos y dejar de tomar nota de los mismos? Él es siempre el Perfecto y Justo, y el que contemple el pecado y haga como si no lo viera, es algo completamente inconcebible. Pero, cuando Dios oculta sus ojos de nuestros pecados, oculta su rostro de ellos, lo hace porque estos pecados han sido satisfechos por medio de Jesucristo. Cuando recibe de nuestro Fiador la seguridad de que pertenecemos a Él, de que tenemos parte en la anulación de la culpa en su sangre, entonces Dios ya no quiere saber nada más de los pecados. Y es su justicia entonces que exige que no recuerde los pecados y que esconda su rostro de ellos. Cuando los pecados son imputados a Jesús, la satisfacción del Señor Jesucristo, nuestro Fiador, nos es imputada, y Dios considera los pecados como una cuenta pagada y puestos de lado.
Aprendemos aquí también en qué espíritu hemos de hacer nuestra la oración de David: “Oculta tu rostro de mis pecados” Mira a Jesús que ha llevado tus pecados en la cruz y ha eliminado tu culpa. Mira a Jesús con la expiación completa que ha realizado y ha ofrecido para ti a Dios. Mira a Aquel que ha sido ofrecido por Dios en tu lugar, para que puedas recibirle con confianza y presentarte a Dios en Él. Mira a Aquél a quien millares y millares deben su declaración de ser absueltos y recibe también tu absolución. Mira a Aquél hasta que tu fe se vivifique y puedas decir: “Jesús es también para mí; Dios esconde su rostro de mis pecados. Los ha echado hacia atrás”.
Este es un asunto de gran importancia. Tus pecados están todos delante de Dios. La justicia requiere expiación. Asciende a Él la voz de tu culpa diciendo: “Este pecador te ha provocado, se ha hecho merecedor de maldición. Oh Santo Dios no escondas tu rostro de sus pecados” Y la ley de Dios apoya este clamor de justicia: “Oh Santo Dios, ha transgredido tu ley; no ocultes tu rostro de sus pecados” Y ¡ay! del pecador que debe experimentar la ira de Dios. Por esta razón ora a Dios: “Oculta tu rostro de mis pecados” Pide que se te aplique la promesa de Dios y la sangre de Jesús. Pide a Jesús que sea tu intercesor. Experimentarás que Dios ha oído tu oración, que la sangre de Jesús tiene gran poder, y que está en una posición de cubrir tus pecados y quitarlos de delante de Dios.-
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MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 10 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XVII
“Oculta tu rostro de mis pecados” (v. 9a)
Aquí tenemos una nueva expresión de lo que David desea que la gracia de Dios haga para él. Espera que Dios oculte el rostro de sus pecados para que no los vea más. Este fue también un objetivo de su oración: “Ten piedad de mí, oh Dios” Esta bendición está en completo acuerdo con lo que la Palabra de Dios nos enseña. En tanto que nuestros pecados no son perdonados se encuentran delante del rostro de Dios acusándonos. Dios ve en ellos la gravedad de la transgresión de la ley, y despiertan en Él su ira. Se dice en otro Salmo: “Pusiste nuestras culpas delante de ti, nuestras faltas ocultas, a la luz de tu mirada” Salmo 90.8, y otra vez: “Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dice el Señor Jehová” Jeremías 2.22 Es una experiencia amarga para su alma ansiosa, ya que esta idea ha pasado a ser para David una terrible realidad. Siento no sólo lo que ha confesado “Mi pecado está siempre delante de mí” (vers. 3), sino lo que era más terrible, que su pecado estaba siempre delante de Dios (vers. 4). Veía sus pecados delante de sí, y estaba aterrorizado, pero también se daba cuenta de que Dios los veía. Cada pecado que había cometido estaba delante de Dios. Que Dios permita que este sentimiento sea el de cada persona, para que puedan entender la gloria de la oración de David. Cada pecado, una vez cometido, va a aumentar el número de acusadores delante de Dios; ya no está en tu poder, no puedes cancelarlo, ni con arrepentimiento, ni lágrimas ni nuevas promesas de obediencia puedan cubrirlo. Sólo un acto de Dios, en su maravillosa gracia, puede darte la certidumbre bendita de que ya no se halla delante del rostro de Dios.
¿Y en qué consiste este acto de Dios? David lo describe en el versículo:”Oculta tu rostro de mis pecados”. El ocultar el rostro de algo significa no verlo; y la oración de David está de acuerdo con lo que se dice en otras partes, por ejemplo: “No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel” Números 23.21. Así mismo Ezequías ora; “Más tú tuviste a bien librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados” Isaías 3.17. El profeta Miqueas dice: “Él volverá a tener compasión de nosotros; hollará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” Miqueas 7.19 Así mismo, el Señor dijo al profeta Jeremías: “En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, la maldad de Israel será buscada, y no aparecerá; y los pecados de Judá no se hallarán; porque perdonaré a los que yo haya dejado como remanente” Jeremías 50.20. Estas palabras de la Escritura nos ayudan a entender lo que es el perdón de Dios. Él echa nuestros pecados hacia atrás; los lanza a la profundidad del mar, de modo que no puedan ser hallados; vuelve la cara de ellos y ya no los ve más.
Esto es la bienaventuranza: saber que nuestros pecados son perdonados. Cristo los ha cancelado. Nuestros pecados ya no pueden acusarnos. El rostro de Dios ha sido vuelto de ellos y nos mira a nosotros favorablemente. Dios ya no nos mira con ira, sino con misericordia. Esto no es otra cosa que lo que el Nuevo Testamento llama justificación.- Continúa…

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 9 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XVI
Continuación…
Cuán diferente es esta actitud de la de aquellos que oran un corto tiempo y luego otra vez buscan su gozo en el mundo porque no saben nada del gozo de Dios; o de aquellos que oran pidiendo perdón y sin embargo no creen que esta bendición, puede llenarlos de gozo; o de aquellos que buscan la fuente de gozo sólo en ellos mismos, en algún cambio de corazón maravilloso o la santidad de sus vidas. Amigos, aprended de David que, en el mismo instante que acudís en fe a la sangre de Jesús para recibir el perdón, podéis ser llenos del gozo de Dios:”Bienaventurado es el hombre cuyas transgresiones son perdonadas y cubierto su pecado” Salmo 32.1. Al pecador Jesús le dice: “ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados”.
¿Por qué, pues, hay tantos que nunca alcanzan esta alegría? Me parece a mí que este versículo del Salmo nos indica la razón. Cuando David dice: “Se recrearán los huesos que has abatido”, nos recuerda cuán terrible fue la convicción de pecado. Dios le había majado, es decir, le había hecho sentir que era su enemigo, que su ira estaba sobre David. La maldición de la ley de Dios le había derribado y ahora yacía magullado en el polvo. La realidad espantosa del pecado y su naturaleza, y la certeza de la ira de Dios, le había magullado de tal manera que no había posibilidad de curación y nada podía consolarle, a menos que fuera el perdón completo y la restauración completa. Si no hubiera estado seguro de ello, si hubiera tenido alguna duda sobre este punto, nunca habría tenido descanso otra vez. ¿Era el perdón de Dios una realidad para él? Deseaba estar seguro de ellos oyendo la voz de Dios de gozo y alegría.
Parece que es exactamente por esto que hay tantos que nunca llegan al gozo de Dios, y, en efecto, nunca lo desean con fervor. No han sentido nunca sus pecados, o pueden hablar a Dios de “los huesos que has abatido”. Saben que son pecadores; pero la convicción de pecado es simplemente asunto del entendimiento. El temor de Dios no se ha apoderado de ellos. Nunca han sido despertados a un sentimiento de la ira de Dios. No sienten que es algo terrible caer en las manos del Dios vivo. El Espíritu no les ha convencido de pecado. Nunca han aprendido a gritar: “¡Ay de mí, que perezco!”, y por tanto sienten tan poco la necesidad de gozo y certidumbre del amor perdonado de Dios.
¡Oh Dios, derrama tu Santo Espíritu! , que muchos puedan conocer sus pecados y sentir ansiedad real del alma. Que la ley los haga sentirse abatidos, que caigan bajo el temor de su maldición, que la Cruz los quebrante y que no hallen descanso sino en el perdón y el gozo de la sangre de Jesús.-
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lunes, 8 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 8 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XVI
“Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido” (v. 8)
David desea no sólo perdón. Quiere algo más. Quiere gozo, contento, exultación. Esto es, para él, parte de la gracia que está pidiendo. Si esta gracia ha de ser plena y gratuita, espera que llenará verdaderamente su corazón de alegría.
Hay muchos que desean ansiosamente la salvación pero no entienden esto. Creen que es una bendición demasiado grande para esperar que Dios se la conceda. Estarían contentos con inclinar la cabeza y pasar el resto de sus días deprimidos y abatidos, sólo que pudieran tener la esperanza de poder ir al cielo. Consideran que no son dignos de pedir tanta fortuna en la tierra; imaginan que no es apropiado que la posean. Creen que esto es humildad. Por desgracia miden la gracia según sus propios méritos, y, siendo así, no es ya verdadera gracia.
David nos da un ejemplo de que debemos conocer mejor a Dios con el que estamos tratando y que podemos tener ideas más elevadas de las riquezas de su gracia. El sabe que cuando Dios perdona, perdona por completo, y cuando recibe a alguno, le recibe de todo corazón. El Señor no desea que haya ninguna nube entre Él y el alma creyente. Desea que una persona sepa que ha sido restaurada completamente a su favor, tan completamente como si no hubiera cometido ningún pecado, y que ahora se regocija con confianza en el amor de un Dios que perdona. David sabía esto y por tanto, aunque había caído muy bajo, cuando pide gracia, no tenía miedo de pedir una restauración completa al amor de Dios y la bendita experiencia del mismo. “Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido”.
Ojalá que cada alma ansiosa y penitente que usa este Salmo pueda aprender a entender que puede pedir gozo y contento, y que es apropiado que no esté satisfecho con nada menos que esto. Dios desea esto de parte de su pueblo: “Gozaos en el Señor siempre; otra vez os digo que os gocéis” Filipenses 4.4 El Señor Jesús lo desea también: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” Juan 15.11 La naturaleza de la gracia, la gloria de la recompensa, el amor y benignidad de Dios, todo nos autoriza a esperar un perdón que conduzca al gozo.
Y si queremos entender lo que es el gozo de David, y en qué consiste, se trata simplemente de recibir aquello por lo que había orado: limpieza de sus pecados. Sí, era el perdón de sus pecados que esperaba este contento. Era el sentimiento de su pecado que le había afligido y abatido tan terriblemente, y en tanto que no tuviera certidumbre respecto a esta bendición, no podía tener paz. Pero, si supiera que estaba reconciliado con Dios, que sus transgresiones habían sido borradas y había sido hecho más blanco que la nieve, y por tanto restaurado el favor de Dios, entonces su corazón se llenaría de gozo y alegría. Fue así que oró:”Por la palabra de perdón hablada a mi alma, hazme oír gozo y alegría”.- Continúa…

domingo, 7 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 7 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XV
Continuación….
Por tanto, todos debemos orar: “Lávame, y seré más blanco que la nieve”. Dios no nos ha prometido nada menos que esto.
Nada menos que esto puede darnos plena paz. Con todo, cuantos hay que están buscando el fundamento de la paz con Dios en sus propias actividades, esfuerzos y experiencias. Pero, no pueden hallar una paz plena y estable, la paz que da Jesús y que sobrepasa todo entendimiento. Sólo cuando decimos por fe: “Seré limpio”, “Seré más blanco que la nieve”, sabemos lo que significa decir: “Bienaventurado aquel a quien es perdonada su transgresión y cubierto su pecado” Salmo 32.1 y lo que significa cantar:”Bendice alma mía a Jehová…quien perdona todas tus iniquidades” Salmo 103.1,3. Entonces la conciencia inquieta obtiene la paz, la paz completa, incluso ante Dios y el pecado, en vista de la ley y de la maldición, en vista de la muerte y del juicio, porque la sangre de Jesús nos hace “más blancos que la nieve”. El alma se regocija con un gozo que es “indecible y lleno de gloria”.
Nada menos que esto debe ser tu deseo. Lo que te pido que hagas es que pongas aparte todas tus oraciones todos tus pensamientos sobre lo que Dios ha de hacer por ti y aprendas a orar como el Espíritu Santo enseñó a David:”Lávame y quedaré más blanco que la nieve”. Pon estas palabras en tus labios; ponlas en tu corazón, pronúncialas continuamente delante de Dios en oración; haz de ellas tu continua aspiración. Entonces podrás obtener una bendición más rica que la que tus oraciones te han traído durante años. Estas palabras serán una preparación para la alegría del canto de la redención que puede ya ser cantado aquí en la tierra: “Al que nos amó, y nos liberó de nuestros pecados con su sangre e hizo de nosotros reyes y sacerdotes para Dios su Padre; a Él ser la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén” Apocalipsis 1.5-6.
Recibe esta bendición ahora por fe. En Cristo se te ofrece esta gracia. Cree que por medio de Él esta bienaventuranza está preparada para ti. Cree en Él y no sólo pedirás con confianza sino que creerás firmemente que Dios lo está haciendo: Él me lava y yo soy más blanco que la nieve. Acércate pues a Él y toma esta bendición de Su mano.-


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sábado, 6 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 6 DE NOVIEMBRE:
CAPÍTULO XV
Continuación…
Hemos dicho antes que la ley de Dios está a las puertas del cielo y vigila la entrada en el mismo. No deja entrar a nadie a menos que sea “más blanco que la nieve”. Esta es la santidad de Dios y la perfección de los ángeles y nada inferior en limpieza y santidad puede ser admitido en el cielo. Con una sola mancha que tengas, la ley la mostrará. Dios tendrá que echarte. Los ángeles te echarán. El cielo te echará. En el gran día del juicio y de la ira, cuando la justicia de Dios consumirá todo lo que está manchado por el pecado, nada podrá permanecer delante del santo Dios, a menos que sea “más blanco que la nieve”.
Pero puedes estar seguro de una cosa: esto es precisamente lo que se te ofrece. Si tuvieras que purificarte hasta este punto, podrías desesperarte. Dios mismo ha dicho: “Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí” Jeremías 2.22
Pero en vez de esto, todo lo que es necesario para nuestra salvación ha sido preparado por Dios mismo. Cuando Dios perdona, perdona de modo perfecto: “Cuán lejos se halla el oriente del occidente, quitará Dios nuestras transgresiones de nosotros” El lavado del alma es la obra de Dios, un acto de la gracia santa y prevalente de Dios. Él puede hacerte “más blanco que la nieve” Es en la sangre de Jesús que somos lavados. El poder de la santidad divina, que se encuentra en esta preciosa sangre expiatoria, tiene el poder de hacer más blanco que la nieve. En otras palabras la expiación de Jesucristo que anula la culpa es perfecta; su justificación es perfecta; sus méritos son infinitos. Si su justicia me es imputada, seré justificado de modo perfecto y completo. Si tengo parte en el Señor Jesús, mi Garantía, le tengo a Él entero y completo. Cristo no se divide. O bien estoy en Él y tengo su completa justicia, o no estoy en Él y no tengo parte en ella. Cuando Jesús llevó la maldición por nosotros, no le fue imputada y puesta sobre Él según la medida de sus méritos y dignidad, sino según los nuestros. Ahora que estamos revestidos de gracia con Jesús delante de Dios, su justicia nos es concedida, no conforme a la medida de nuestros méritos, sino conforme a los de Jesús. Fue un acto de la divina Justicia que Jesús viviera en nuestra naturaleza y tomara sobre sí mismo nuestra maldición.
Del mismo modo es un acto de la justicia de Dios cuando acudimos a Él, en Jesús, para apropiarnos la completa justicia de Jesús. Jesús es tratado como identificado con nosotros, en cuanto a esto, como uno en quien descansa la maldición. El que cree, es uno con Jesús, es tratado como Él, es aceptado en Él, y es hecho “más blanco que la nieve”. Dios nos ve en Cristo. Nuestros pecados son perdonados por completo; somos totalmente aceptables a Él. Dios cumple la promesa: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos, si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” Isaías 1.18 . Continúa…

viernes, 5 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 5 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XIV
Continuación…
Sí, sabrás que eres puro. No que tu corazón sea tan santo que no puedes volver a cometer más pecado, pero tan puro por la sangre de Jesús, que el pecado no te es imputado y ya no te sientes más cargado por él. Y estás tan purificado por el Espíritu que te ha sido comunicado por la sangre, que tienes un corazón limpio en el cual la ley de Dios está escrita y en la cual vives. Así habló Jesús a sus discípulos: ”El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros estáis limpios” Juan 13.10
Que esta oración de David pase a ser tuya: “Purifícame y seré limpio”. Y con mayor fervor, con los ojos puestos en Jesús, digas: ”Purifícame” más poderosamente el Espíritu de Dios te aplicará la segunda frase: “Y serás limpio”.
CAPÍTULO XV
“Lávame, y quedaré más blanco que la nieve” (v. 7b)
La oración para ser limpiado que hemos visto en el versículo 2, vuelve a ser pronunciada, pero esta vez hay añadida una explicación de mucha importancia. David dice al Señor que cree que el maravilloso poder de este lavamiento será: “Lávame, y quedaré más blanco que la nieve”. Muchos oran pidiendo gracia y perdón, pero no saben qué respuesta recibirán. No creen que la oración pueda ser oída tan gloriosamente y que puedan acercarse a Dios con la bendita certeza de ser hechos más blancos que la nieve.
A fin de entender bien esta oración, hemos de observar, ante todo, que la frase “más blanco que la nieve” no se refiere a la renovación interna y purificación del corazón. David no dice que cuando sea lavado será perfecto y no pecará más. Uno que ha sido lavado puede caer otra vez en el fango y ensuciarse. La gracia da pureza interior; solo que no viene al momento y de modo perfecto, sino gradualmente, paso a paso. David habló de esta última forma de pureza cuando pide un corazón limpio. Pero de lo que habla aquí es de la completa libertad de la culpa que recibe todo aquel cuyos pecados son perdonados. Cuando Dios perdona pecados los olvida al momento y de modo total; y en este momento, cuando Dios perdona los pecados, el alma es en sus ojos y según su Santa ley, sin mancha y enteramente limpia. Como el Señor Jesús dijo a Pedro: “El que está lavado…está todo limpio” Juan 13.10 ¡Sí!, “más blanco que la nieve”.
“Lávame, y quedaré más blanco que la nieve” Ojalá que todos orásemos estas palabras haciéndolas nuestras. Los argumentos que deberían impulsarte a dar este paso son fuertes e importantes. Nada menos que esto puede guardarte. Puedes pensar que la oración de David es demasiado elevada. “No me atrevo a pedir o esperar tanto. Me contentaré con menos”. Amigo, no puedes satisfacerte con menos; con menos que esto estarías perdido.- Continúa…

jueves, 4 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIÓN DIARIA 4 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XIV
Continuación….
En el Nuevo Testamento es todavía lo mismo. Dios es Santo. El pecado no puede entrar en contacto con Él, nuestros pecados son muchos y no podemos borrarlos. Incluso las aparentes buenas obras son muertas. Llevan en ellas las marcas del pecado y de la muerte de la naturaleza corrompida, de la cual proceden. El que no ha sido purificado de la manera provista por Dios debe ser cortado de la congregación. Comprende esto bien, no hay cambio o reforma que pueda restaurarte el acceso a Dios. Una cosa es necesaria: debes ser limpiado, y esto debe ser hecho por Dios mismo; de otro modo no puedes entrar en el cielo. Que el terror de la idea de ser echado afuera te inspire a hacer tuya la oración de David: “Purifícame con hisopo, y seré limpio”.
La oración de David nos enseña además que esta purificación es accesible. El Espíritu de Dios enseñó a David a orar en armonía con lo que significaban los tipos o símbolos del Templo. El Nuevo Testamento nos dice: ”¿Cuánto más la sangre de Cristo… purificará vuestras conciencias de obras muertas par que sirváis al Dios vivo?” Hebreos 9.14 Sí, es la sangre de Cristo que puede limpiarnos. La becerra lozana era sacrificada y quemada y su sangre era rociada en el tabernáculo. El agua de la purificación era preparada con las cenizas de este sacrificio. Jesús es el sacrificio perfecto, Él murió por nuestros pecados. Ha vencido al poder del pecado y de la muerte y lo ha cancelado. Ha entrado con su sangre en el Lugar Santísimo. Ten la seguridad que puedes ser purificado y limpiado. Acércate a Dios con esta humilde oración para que te purifique, para que te rocíe con la sangre y experimentarás el poder de la misma. Él lo hará. La sangre de Jesús te limpiará de todo pecado. Si en fe, y en la gracia de Jesús buscas apropiarte de Su sangre, y confiado en su Palabra te acoges firmemente a la sangre que es para ti, el Espíritu de Dios te dará la seguridad de que ha quitado toda injusticia de ti. Ve a la fuente de la sangre de Jesús, preséntate allí a Dios, orando, velando, confiando. En respuesta a tu fe te será concedido y sabrás que eres limpio.
Me acojo a mi Salvador.
Pues su Palabra y su Espíritu
Puro y limpio me han dejado
Y sin mancha de pecado.
Continúa…

miércoles, 3 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 3 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
LA ORACIÓN DE PERDÓN
7. “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.
8. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.
9. Oculta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades”.
CAPÍTULO XIV
“Purifícame con hisopo, y seré limpio” (v. 7a)
David ha confesado sus pecados. Ahora sigue la oración pidiendo redención, que desea obtener de la gracia. Ante todo desea el perdón de sus pecados.
Para entender este versículo hemos de volver a Números 19. Allí encontramos esta palabra: ”purifícame” hasta siete veces, y la ceremonia de la purificación se describe con gran detalle. Cuando alguien ha tocado un muerto, se le considera inmundo. En este caso no podía entrar en el tabernáculo. Todo este ceremonial y reglas tenía por fin mostrar de un modo externo, como el contacto con el pecado y la muerte nos separan de Dios. El inmundo sólo podía ser declarado limpio otra vez después de haber sido purificado y lavado. Esta purificación se nos describe en este capítulo 19. Había que quemar una vaca alazana perfecta, y sus cenizas puestas fuera del campamento, aparte. Si alguien se convertía en inmundo, las cenizas habían de ser puestas en agua, y con un hisopo mojado en el agua había que rociar a la persona inmunda. Después de haber sido lavado con el agua, volvía a ser limpio. De modo que tenía que ser purificado con el hisopo. En la Epístola a los Hebreos esta ceremonia es mencionada como un tipo de la purificación por la sangre de Jesús. Leemos allí (9.13-14) “Porque si….las cenizas de la becerra rociadas a los contaminados, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará nuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”.
David sabía que en esta ceremonia se ofrecía una purificación espiritual y oró a Dios para que se realizara en él. Sintió que su pecado le había puesto bajo el poder de la muerte y que no estaba preparado para servir al Dios vivo hasta que hubiera sido lavado por Dios mismo. La luz del Nuevo Testamento, y especialmente esta palabra de la Epístola a los Hebreos, muestra que esta purificación puede tener lugar sólo por la sangre de Cristo. Reflexionemos en lo que la oración de David, ilustrada por otros pasajes de la Palabra de Dios, puede enseñarnos.
Nos enseña primero lo indispensable que es el lavamiento. Dos veces en Números 19 (vers. 13,20), se dice que toda persona inmunda que no se purifique debe ser cortada de la congregación, porque ha contaminado el santuario del Señor. Dios es un Dios santo; nada contaminado por el pecado puede permanecer delante de Él. Incluso el que ha tocado un cadáver no puede entrar en el templo. Por medio de esta severidad externa bajo el viejo pacto se ve claramente la imposibilidad de cualquier relación entre Dios y el pecado. El que permanece en la impureza es condenado a muerte. Si quiere agradar a Dios debe ser purificado con el hisopo. Dios mismo había provisto un medio: un sacrificio y agua para ser limpiado y no había otra alternativa que ser purificado o ser echado de la congregación del Señor.- Continúa…

martes, 2 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 2 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
SALMO XIII
Continuación…
Pero no basta. Es posible que uno tenga un conocimiento casi perfecto de la Palabra de Dios y con todo, perderse. Y cuando tenemos una clara comprensión del camino de la verdad de Dios, corremos el riesgo de contentarnos con el. Cuando uno que es indiferente empieza en serio a procurarse conocimientos en la maravillosa redención de Dios, este conocimiento, a veces, le proporciona un gran gozo. Cuando empieza a obtener un concepto claro del plan de la redención de Cristo, de su expiación, de la justicia de Dios, del nuevo nacimiento, ve en ello una adecuación y gloria que le llena de aprecio y contento. Pero, entonces corre el riesgo de quedarse aquí. Ve una gran diferencia en sí mismo, comparándose con el tiempo en que era indiferente o ignorante. Ha ocurrido en él un cambio, y con todo no ha obtenido un conocimiento espiritual interno, por experiencia, de la redención. Cuando un alma ansiosa busca entender el camino de la gracia, como aquí a través de este Salmo, es de gran importancia que sienta profundamente su dependencia de Dios; que en cada versículo y en cada palabra levante la oración: “Guíame en tu verdad, y enséñame; porque tú eres el Dios de mi salvación”, y continuamente use, por ejemplo, las oraciones de los Salmos 25 y 119, para obtener una instrucción divina del Espíritu en esta sabiduría secreta. Si tú anhelas obtener la salvación, recuerda que uno puede ocuparse en las verdades divinas y a pesar de ello perderse. Quizás alguien crea que esta afirmación basta para desanimarle. Sería así si no pudiéramos decir la oración: “En lo secreto me has hecho comprender sabiduría” Dios da la sabiduría. Esta es nuestra sola garantía, y la única respuesta que podemos dar a la pregunta de cómo sabemos que tenemos un conocimiento espiritual recto de la gracia. El Señor puede asegurarnos, y nos asegurará de esto. La conversión no es una obra que debas hacer y puedas luego mirar atrás y decir: “Está bien hecha” No, la esencia íntima de la conversión y la fe consiste en acudir a Dios y entregarse a Dios, y recibir de Dios, el Dios viviente, la gracia obrada por Él y ser lavado y purificado del pecado por Él. Y precisamente en este punto hay en la vida religiosa de muchos lo defectuoso, no saben que el principal elemento de la gracia, es que debemos ponernos en contacto con el Dios vivo y experimentar el poder del Todopoderoso.
La verdadera religión es algo espiritual y divino. Toda la obra, del principio al final, es una obra maravillosa del Dios santo en el alma. El primer deseo de gracia, de sabiduría espiritual, el sentimiento creciente de pecado, la fe en la sangre de Jesús, la renovación del Santo Espíritu –todo es obra de Dios en el alma. Que esto sea algo deseado sinceramente y con fervor. Si buscas andar en el camino de la gracia, siguiendo las pisadas de David en este Salmo, ve a Dios en cada uno de sus versículos, y en cada experiencia en que te sientas perplejo, échate en los brazos de Dios y pídele que cumpla en ti, paso a paso, y palabra por palabra, la promesa: “En lo secreto me has hecho comprender sabiduría”.-

lunes, 1 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray-

MEDITACIONES DIARIAS 1 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XIII
“Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría” (v. 6b)
Esta afirmación aparece como una transición entre la confesión de pecado y la oración pidiendo redención. Dios ama la verdad en lo íntimo. David es conducido a esta idea por la confesión de su pecado original. No fue sólo su transgresión sino su propia naturaleza que le hacía merecedor del rechazo por parte de Dios. No puede por naturaleza presentarse ante Aquel que escudriña los corazones que desea la verdad en lo íntimo. Pero esta idea le hace retroceder a Dios que sólo tiene el poder de conceder la verdad en lo íntimo. El mismo hecho que le ha humillado, es decir, el que Dios no puede contentarse con menos que la verdad, le levanta ahora otra vez. Si la gracia de Dios le recibe, le concederá nada menos que la gracia. En lo secreto Dios le hace comprender sabiduría. Hay aquí en el corazón de su oración una expresión de esperanza que Dios le hará conocer el camino para ser redimido del pecado; y que aunque el poder del pecado es profundo y penetrante, también lo es su conocimiento de la gracia. Confía que la comprensión espiritual en el camino de la redención que desea para andar en él, le será comunicada por Dios mismo.
Todo el Salmo es una prueba de que es realmente así. Tenemos en este Salmo la primera explicación clara de los lavamientos y rociamientos de sangre de los servicios del templo y del significado espiritual de los sacrificios del Antiguo Testamento. La relación entre el perdón de los pecados y la renovación del corazón es presentada en la oración de David tan claramente como en pocos otros puntos del Antiguo Testamento. Su esperanza no era en vano: “Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”.
El pecador ansioso que está buscando el camino de la gracia, puede pensar, quizá, que en este versículo no hay tanto como en otros versículos. Su enseñanza, sin embargo, es de gran valor. En la oración pidiendo gracia esta súplica de sabiduría es enteramente indispensable.
Nos enseña que el verdadero conocimiento del camino de la gracia debe ser otorgado por Dios mismo. Sólo Él puede hacernos conocer la sabiduría escondida. El conocimiento humano del camino de la gracia que podemos obtener mediante el uso de nuestro entendimiento no es suficiente. Hay que fijarse bien que no digo que este conocimiento no es necesario. Lo que digo es que no es bastante. Este mismo libro que escribo es una prueba de que considero que este conocimiento es necesario. Temo que hay una gran falta de comprensión inteligente del camino de la gracia. Temo que muchos tienen concepciones imperfectas de lo que es la gracia y cómo redime al pecador, de lo que es el borrar las transgresiones y lavar la iniquidad y limpiar de pecado, de lo terrible que es la naturaleza del pecado y mucho más que nos enseña este glorioso Salmo. Y considero de la mayor importancia, que debemos tener convicciones claras respecto a estos puntos. Porque sin un conocimiento claro, la fe no puede ser clara ni poderosa ni gozosa,”Entiendes lo que lees?” fue la primera pregunta de Felipe al etíope. “Crees de todo corazón” fue la segunda pregunta por implicación Hechos 6.30 y 37. Esta comprensión inteligente del camino de la gracia es de gran valor.- Continúa