miércoles, 3 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 3 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
LA ORACIÓN DE PERDÓN
7. “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.
8. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.
9. Oculta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades”.
CAPÍTULO XIV
“Purifícame con hisopo, y seré limpio” (v. 7a)
David ha confesado sus pecados. Ahora sigue la oración pidiendo redención, que desea obtener de la gracia. Ante todo desea el perdón de sus pecados.
Para entender este versículo hemos de volver a Números 19. Allí encontramos esta palabra: ”purifícame” hasta siete veces, y la ceremonia de la purificación se describe con gran detalle. Cuando alguien ha tocado un muerto, se le considera inmundo. En este caso no podía entrar en el tabernáculo. Todo este ceremonial y reglas tenía por fin mostrar de un modo externo, como el contacto con el pecado y la muerte nos separan de Dios. El inmundo sólo podía ser declarado limpio otra vez después de haber sido purificado y lavado. Esta purificación se nos describe en este capítulo 19. Había que quemar una vaca alazana perfecta, y sus cenizas puestas fuera del campamento, aparte. Si alguien se convertía en inmundo, las cenizas habían de ser puestas en agua, y con un hisopo mojado en el agua había que rociar a la persona inmunda. Después de haber sido lavado con el agua, volvía a ser limpio. De modo que tenía que ser purificado con el hisopo. En la Epístola a los Hebreos esta ceremonia es mencionada como un tipo de la purificación por la sangre de Jesús. Leemos allí (9.13-14) “Porque si….las cenizas de la becerra rociadas a los contaminados, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará nuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”.
David sabía que en esta ceremonia se ofrecía una purificación espiritual y oró a Dios para que se realizara en él. Sintió que su pecado le había puesto bajo el poder de la muerte y que no estaba preparado para servir al Dios vivo hasta que hubiera sido lavado por Dios mismo. La luz del Nuevo Testamento, y especialmente esta palabra de la Epístola a los Hebreos, muestra que esta purificación puede tener lugar sólo por la sangre de Cristo. Reflexionemos en lo que la oración de David, ilustrada por otros pasajes de la Palabra de Dios, puede enseñarnos.
Nos enseña primero lo indispensable que es el lavamiento. Dos veces en Números 19 (vers. 13,20), se dice que toda persona inmunda que no se purifique debe ser cortada de la congregación, porque ha contaminado el santuario del Señor. Dios es un Dios santo; nada contaminado por el pecado puede permanecer delante de Él. Incluso el que ha tocado un cadáver no puede entrar en el templo. Por medio de esta severidad externa bajo el viejo pacto se ve claramente la imposibilidad de cualquier relación entre Dios y el pecado. El que permanece en la impureza es condenado a muerte. Si quiere agradar a Dios debe ser purificado con el hisopo. Dios mismo había provisto un medio: un sacrificio y agua para ser limpiado y no había otra alternativa que ser purificado o ser echado de la congregación del Señor.- Continúa…

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