jueves, 25 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 24 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXIII
Continuación…
La obra que sigue en el creyente es la santificación, la cual, por medio de su obra de restauración, da un corazón limpio y un espíritu firme, una vida a la luz de Su rostro y el revestimiento del Espíritu Santo. Esto también da gozo. Y, precisamente, así como no se puede experimentar el primer gozo sin el perdón, tampoco se puede experimentar un gozo continuo aparte de una vida santa. De modo tan seguro como que la culpa del pecado roba todo gozo hasta que uno es perdonado, toda contaminación que no es confesada y eliminada llena al alma de tinieblas.
Pero el que desea ser salvo y el que ya ha recibido la gracia deberían reflexionar sobre este hecho. El gozo del perdón no permanecerá indefinidamente a menos que sea confirmado como gozo de la santificación. En esta experiencia muchos cristianos han incurrido en una grave pérdida, por falta de cuidado y conocimientos. Cuando el primer gozo empezó a disminuir, no sabían por qué ocurría esto, o bien fueron infieles al no confesar este triste hecho a Dios y adscribir la pérdida a Dios como una prueba o tribulación que Él les había enviado. Si hubieran seguido adelante por el camino de la gracia, si hubieran pedido gracia, no sólo habrían sido limpiados de su culpa sino que habrían encontrado por experiencia que, con la obra progresiva de la gracia en el alma, Dios les habría dado un gozo progresivo. Es el gozo de la salvación de Dios, el que David está solicitando. Hay gozo en la salvación de Dios, y sólo en la medida en que nos entregamos a Dios, fiel y totalmente, podemos gozar de él.
Y así resulta que nuestro gozo doble es sólo uno como era también la pureza. Es el pecado que implica dolor y miseria. Es el ser librado del pecado que nos imparte luz y alegría. Es un Dios el que arrolla y se lleva la maldición y la culpa del pecado en un momento, y que luego, gradualmente, libra al alma de su poder. El que se regocija en el perdón debe saber que hay gozo que es todavía más dulce, más profundo, más glorioso que este, cuando la emancipación del pecado y la comunión con Dios, que empezó con el perdón, es continuada, apropiada y confirmada en la santificación. El gozo de perdón es el principio, las primicias, y está destinado al hijo de Dios recién nacido. Es como la leche de la bendición. El gozo de la santificación y de la comunión con Dios es para aquellos que ha crecido. Es comida sólida, el fruto maduro del gozo.- Continúa…

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