domingo, 14 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 14 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
LA ORACIÓN DE RENOVACIÓN
10. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11. No me eches de delante de ti, y no retires de mí tu Santo Espíritu.
12. Devuélveme el gozo de tu salvación, y en espíritu de nobleza afiánzame”
CAPÍTULO XIX
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (v. 10a).
Antes, David había orado: “Purifícame con hisopo y seré limpio” (v. 7). Una persona es limpiada cuando es rociada con la sangre de Jesús y así es purificada de pecado; es absuelta. En este versículo David ora de nuevo para que sea hecho limpio; pero la limpieza ha de venir de otra manera. Pide que Dios cree en él un corazón limpio, esto es, que haga un nuevo corazón en él, que sea limpio por su poder divino. Siente que hay dos maneras en que lo inmundo puede pasar a ser limpio ante Dios. Una es el ser lavado y limpiado de la culpa en la sangre de Jesús, judicialmente: ser absuelto. La otra, ser renovado y cambiado interiormente, por medio de lo cual uno recibe un corazón nuevo, en ligar del viejo e inmundo. Si quieres entender el camino de la salvación, la obra de la gracia, y la oración por la gracia, debes tener ideas claras con respecto a estos dos tipos de pureza.
La primera es la pureza del alma cuando es absuelta a base de la sangre de Jesús. Por medio de la absolución y el perdón de Dios, en que Dios vuelve la espalda al pecado, la persona es libre enteramente de la culpa que había en ella, y por tanto judicialmente limpia. Es decir, se han cumplido las exigencias de la ley; he pagado mi culpa, sea yo mismo o mi fiador. Por tanto, la ley ya no tiene ningún derecho sobre mí. Soy inocente y limpio. La ley siempre inquiere sólo sobre lo que he hecho y lo que he sido, no sobre lo que soy o lo que hago. Así que el juez de la tierra puede absolver a alguien, o pronunciarle inocente, sin que esto implique que el corazón de la persona absuelta sea limpio o que está más allá de la posibilidad de cometer otra vez el mismo delito.
Del mismo modo, el pecado es pronunciado absuelto y limpio de todos los pecados que ha cometido, sin que esto implique que su corazón es limpio de la simiente de pecados futuros. De hecho, aunque Dios sabe que el corazón es interiormente impuro, por lo que se refiere a la disposición interior pecaminosa, el pecador es declarado limpio por la ley tan pronto como las exigencias de la ley han sido cumplidas. Los requisitos de la ley han sido siempre cumplidos por el Salvador, por su obediencia y sufrimiento, y por tanto, al aceptarlo, se tiene la bendición de ser declarado inocente en Su sangre. Esto, pues, es la pureza de que David habla al principio del Salmo: el perdón completo de los pecados y el ser hecho “más blanco que la nieve” Continúa…

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