jueves, 18 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 18 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXI
“No Me eches de delante de ti” (v. 11a).
David sigue en su oración rogando por las bendiciones de la nueva vida de gracia y nos enseña también, por el Espíritu Santo, lo que podemos esperar de la gracia en la nueva vida. El corazón limpio y el espíritu firme actuando de acuerdo con sus directrices son una gran bendición. Pero, desea todavía algo más y es la luz del rostro de Dios. Pide la bendita experiencia por la cual uno anda siempre en la presencia de Dios como su amigo, y en la consciencia de que Él nos mira con favor y amor.
La promesa de esta bendición es muy clara en la Palabra de Dios. Es mencionada frecuentemente y de modo expreso como uno de los privilegios de los hijos de Dios: “Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro” Salmo 89.15. No puede ser de otra manera. ¿Cuál es el gozo mayor de un hijo? El agradar a su padre o a su madre. ¿No vemos a menudo cuán contento y sosegado juega un niñito cuando su madre está en la habitación? L a madre está ocupada y el niño está ocupado; pero, al ver la cara de su madre y sabiendo que está cerca es la alegría del niño. ¿Y no concederá Dios este privilegio a los que reciben el nombre y los derechos de hijos? Sí, Él desea que en este mundo puedan vivir siempre delante de su faz, a la luz de su rostro, con la seguridad de Su amor.
El valor de esta bendición se puede entender fácilmente. ¡Qué gozo poder hacer todo el trabajo y llevar los conflictos a los pies del Padre, sabiendo que Él nos mira con agrado! Poder levantar los ojos en cada dificultad y en medio de graves conflictos, para ser refrescados por su mirada y el ánimo de su divina amistad, ¡qué poder nos da en las tribulaciones y en las penas!
Y, es posible que alguien pregunte, ¿cómo puede ser gozada esta bendición? Es fácil responder. El hijo no necesita mirar siempre a la madre para gozar de su proximidad. El niño juega o trabaja, pero se da cuenta si la madre sale de la habitación. En medio de sus actividades tiene siempre un sentido íntimo de su proximidad. Lo mismo ocurre con el cristiano. Puede llegar a estar tan íntimamente unido a Dios que no puede perder su presencia y en medio de las más exigentes actividades de su vocación en la tierra, siempre queda en el alma este bendito sentimiento:”Mi Dios me ve, puedo mirarle”. Trabaja bajo la mirada de Dios. En su vivir y en su fe siempre activa contempla al Invisible y habita en Su luz. Y de la misma manera que uno anda y trabaja bajo la luz sin pensar siempre en la luz, igualmente surge a raudales a su alrededor en la experiencia espiritual la presencia de Dios como la luz del alma.
Si has sido perdonado, es de capital importancia que entiendas que esta es la parte principal de la verdadera experiencia espiritual. No te olvides que el objetivo que Dios tiene en Su gracia y Su redención es restaurar el lazo de amistad y amor entre Él y el pecador.- Continúa…
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