viernes, 26 de noviembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 26 DE NOVIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXIV
“Y en espíritu de nobleza afiánzame” (v. 12b).
La gracia restaura a la persona a la recta relación con Dios. Al hacerlo, le restaura a la recta relación con sí mismo, y como resultado, desarrolla en él la recta actitud con respecto a su prójimo. Cuando la gracia hace partícipe al alma del favor de Dios y del Espíritu de Dios, el gozo de la salvación de Dios rebosa del corazón. Entonces, como fruto de esta bendición, el corazón y la boca se abren y comunican a otros esta gracia de Dios. Es esta bendición la que David está pidiendo ahora de la gracia divina. Siente su vocación, se da cuenta de su flaqueza, y en medio de ella espera ayuda de arriba.
David se da cuenta de su vocación. Cada alma redimida debe ser testigo y ejemplo de la gracia de Dios. Para el honor de Dios y la salvación de los demás, se inclina a hacer conocer a otros las grandes cosas que el Señor ha hecho por su alma. Sabe que su testimonio vivo es mejor que la letra muerta, y que el mundo se persuadirá a reconocer la obra de Dios y adorará su gracia cuando los creyentes confiesan con claridad y osadía lo que Dios ha hecho por ellos, y muestren de palabra y de obras que es a causa de su compasión que pueden testificar que Dios es fiel. En la presencia del mundo deben ser una prueba convincente de lo que la gracia puede hacer realmente. Una luz no alumbra si es escondida debajo de un almud, y Dios desea que los suyos, la luz del mundo, alumbren y resplandezcan. Esto David lo sabía. No repudia lo que Dios ha juntado; y con la misma sinceridad que había confesado su pecado y pedido redención, también ahora se prepara para el servicio de acción de gracias y de amor.
Pero conoce también su propia flaqueza, Recuerda cuán poca confianza puede tener en que los otros estimen su testimonio. Ha tenido experiencia de lo que puede testificar cada creyente; que la presencia de algo mundanal en él, aunque sea bajo la forma de un apartarse ligeramente de Dios hace el pecado, le cierra la boca; no, si él da testimonio, este se vuelve inefectivo. Este testimonio lo expresa en otro Salmo: “He creído, por tanto hablé” Salmo 116.10. Sabía que a menos que el Espíritu de fe estuviera en él, no podía hablar rectamente. Y teniendo conciencia de que había en él mucho temor a los hombres, así como indolencia y vacilación, le era necesario antes de pasar a las promesas de la acción de gracias, ofrecer una oración pidiendo este don de la divina gracia también: “Y en espíritu de nobleza afiánzame”
David sabía que podía contar con que la gracia de Dios le diera esta bendición. La gracia no sólo concede el perdón de los pecados, renovación del corazón y santificación de vida, sino que está también preparada para poner al alma en la posición de alabar a Dios y confesar Su nombre en medio de todos los deberes a que es llamada. Este es un punto que los creyentes entienden de modo demasiado imperfecto y sobre el que reflexionan demasiado poco. Creen que el perdón de los pecados es un acto de mera gracia por parte de Dios. Reconocen quizá, que la santificación de la vida debe ser obrada por la gracia. Pero no saben que el espíritu de nobleza (o espíritu libre, según otras traducciones) con su poder, debe ser también el don de la gracia gratuita. Continúa…

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