viernes, 14 de marzo de 2008

REFLEXIÓN SOBRE EL BAUTISMO V. Glez, Boto

Hay algo que no llego a entender, y que además me cuesta creer, es el bautismo de infantes o recién nacidos.- Digo esto, porque hay cosas que no entiendo pero las creo. Respecto a este bautismo sin conversión, no encuentro base bíblica pues el hecho de que los familiares del carcelero de Filipos creyeran y se bautizaran, no quiere decir que no fueran conscientes de sus actos, ni se dice tampoco, que hubiera recién nacidos en esa familia y en ese momento. Sabemos esto solamente: “…Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos” Hechos 16.30-33. Fuera de ese texto, siempre se menciona respecto a que se realizaba por una decisión personal, ej: (Felipe y el etíope, Hechos 8.35-39).-
Por lo tanto siempre son personas que por sí mismas determinan bautizarse. Alguien que cree en la Obra redentora que ha sido realizada para su justificación personal y comprende que necesita ser bautizado cumpliendo así lo que “el evangelio de Jesús” (Hechos 8.35) indica: “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16.16). Es como que al bautizarse, ha hecho el “recorrido completo” del plan de salvación establecido por el Señor a toda persona que le recibe.- De lo contrario, pudiendo hacerlo, sino lo realiza es algo incompleto, falta algo que el mismo Señor reveló a Pablo para que se predicara y realizara entre los gentiles.-
Pablo recibió del Señor toda la revelación necesaria para Su Iglesia, y aunque él mismo dice que no bautizaba habitualmente, no quiso decir que no debiera hacerse como se hacía y en el caso de los discípulos en Éfeso, creyentes que ni habían oído siquiera que había Espíritu Santo, habían sido bautizados en el bautismo de Juan, Pablo les explica el evangelio (Hechos 19.1-7) y estos 7 hombres dice el texto: v5 “Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesus.6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban”.-
En el principio la Iglesia bautizaba seguidamente de la conversión, el bautismo así ratificaba y testimoniaba de lo que se había efectuado en el interior del individuo, era todo a la vez: “para perdón de pecados”.-
El bautismo es agua, pero lo que se proclama, o sea “la palabra” (“En el nombre del Padre, del Hijo y….” es lo que sella y da valor a lo que el Espíritu Santo ha efectuado en el interior del individuo que ha reconocido su condición de pecador al ser redargüido por la Palabra de Dios y nacido de nuevo.- Ahí mismo en Éfeso vemos que esos 7 hombres que se les denomina “discípulos”, porque ya estaban integrados a la Iglesia, ellos mismos se dan cuenta que el bautismo de Juan no era suficiente, se necesitaba ser bautizado en el nombre de Jesús y después fueron llenos del Espíritu Santo. Tampoco fueron llenos del Espíritu Santo por el hecho de ser bautizados en el nombre de Jesús.-
Dice Pablo a los romanos: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 5.3-4) La inmersión da un claro sentido a estas palabras, “somos sepultados”, y emergemos del agua para que “andemos en vida nueva”.- Ahí comienza nuestra vivir en Cristo y por lo tanto en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Por eso siempre se consideró la entrada, comunión y participación del converso, después de ser bautizado.-
No es el agua, como no lo era la circuncisión, sino lo que representan como testimonio visible ante el mundo y los poderes espirituales, de lo realizado tanto por Dios a favor del hombre, como para que el mundo conozca que le pertenecemos y hemos sido añadidos a su Iglesia. La circuncisión era una señal en la carne que indicaba que habían sido “apartados” como pueblo elegido de Dios en este mundo. Cuando a ese acto, no le dieron el verdadero carácter y sentido que representaba en sus vidas, el Señor dejó claro que para El no tenía valor alguno, sino se realizaba en sus corazones la verdadera circuncisión que les señalaba o distinguía como verdaderos súbditos de Su pueblo, en su forma de actuar: obedeciendo su Palabra y agradando a Dios con su vida delante de los demás pueblos para testimonio y gloria de Jehová su Dios.-
El niño judío nacía ya en el seno de una familia judía, pero a los 8 días debía circuncidarse a la criatura. Era esa señal, la que frente al mundo les distinguía. Pero el Señor no quería solamente algo externo. Eso debían tenerlo. Pero lo importante era, que sus vidas fueran el verdadero testimonio del Dios a quien pertenecían. La señal no era para Dios suficiente, podría serlo para el mundo y entre ellos para “reconocerse”. Pero lo relevante y de suma importancia frente a Dios y el resto del pueblo, era el corazón que guardaba las ordenanzas y obedecía a Jehová: “Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras” (Jeremías 4.4)
Las formas externas Dios las instituyó por nosotros, como apoyo para nuestra débil fe, pues como dijo Jesús: “Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre” (Marcos 7.15) Igual que no le contamina lo externo, tampoco le purifica en sí mismo. Lo que se ha efectuado en el interior es lo que realmente tiene fuerza destructiva o constructiva. Al salir de nuestro interior, es porque está en nosotros, es parte nuestra espiritual. Primero se hizo uno en nosotros, y luego se imparte al emitirlo o realizarlo.-Esto es lo que cuenta para Dios, lo externo, es para nosotros.-
Así el bautismo no es portador en sí mismo de nada, pero efectuado como se debe, tiene el beneplácito de Dios y es portador de todo lo que representa, pues esto se efectúa, porque así el Señor lo ha ratificado bajando El mismo a las aguas y dando testimonio el Padre a los presentes de que Jesús era el Hijo de Dios en quien tenía Su complacencia. Nosotros recibimos la ratificación de la Trinidad al bautizarnos en el nombre de Jesús y nuestra acta de Hijos Adoptados, queda sellada con Su sangre preciosa.-

1 comentario:

Maricarmen dijo...

Creo que es una buena reflexión sobre el tema, y no se me ocurre nada más que añadir que éste pasaje:
"Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren."
Juan 4:23-24
Si DIOS es Espíritu, todo debe comenzar de dentro hacia fuera; de lo interior a lo exterior. Y como manifestación de ese cambio interno, se simboliza con el bautismo y en obediencia al mandato del Señor Jesucristo, nuestro Salvador.