viernes, 3 de abril de 2009

SANTIFICADO POR LA PALABRA Y LA ORACIÓN por V.Glez. Boto

Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; 5 porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” 1ª de Timoteo 4.4-5

Es bastante normal que busquemos en la Palabra de Dios lo que es bueno, santo y agradable a Dios y así lo aceptemos: porque así lo dice la Palabra de Dios. Ella señala la diferencia de lo santo o santificado por voluntad divina, con lo cual nos queda claro y definido lo qué es bueno o malo, lo que es corrupto o impuro, de lo limpio o santo. Lo que nos cuesta más aceptar, es que por la oración, pueda igualmente ser santificado algo o alguien.-
El hijo de Dios tiene que saber disponer de todos los recursos que el Padre puso a su disposición para uso y disfrute, mientras está en esta vida en medio de tanta inmundicia y pecado. Nuestro Dios conoce lo que nos vamos a encontrar en nuestro caminar, porque su Hijo vivió y probó de la misma copa. Por eso Su palabra está llena de advertencias, pero no solamente eso, sino de medios y soluciones que actúan en y a través de nosotros, porque Él los ha conquistado en la cruz y nos otorga, para que salgamos vencedores de la contienda contra el mal que nos asedia. Un medio fantástico y que se puede disponer de él en todo momento y sin obstáculo alguno para realizarlo, es LA ORACIÓN, la comunicación directa con nuestro Padre celestial.-
Podemos orar y debemos hacerlo “sin cesar” (1ªTes.5.17).-
Pero me gusta mucho leer en la despedida que hace el apóstol Pablo en su carta a los hermanos en Colosas, la referencia que hace a Epafras. Dice: “Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (Colo. 4.12).-
Pablo resalta la actitud del hermano Epafras, no para diferenciarlo de ellos, por el contrario, hace esa puntuación que hoy está desmerecida:”el cual es ´uno de vosotros´,´siervo´ de Cristo”. En esta frase Pablo deja bien claro que en la Iglesia de Dios nadie tiene mayor titulación que la de "siervo” y quiere que sepan que Epafras “ruega encarecidamente” a Dios por ellos. Ruega, con esa intensidad por ellos específicamente, para que “estén firmes, perfectos, y completos en todo lo que Dios quiere” o sea: SANTOS.-
Podemos por medio de la oración y no por obras nuestras, mover en el mundo espiritual los obstáculos, e intervenir en el nombre del Señor y por la gracia que nos ha sido dada, las puertas del Hades. No podemos argüir contra esto, que el Señor ha dicho que no creamos que por nuestra palabrería seremos oídos (Mateo 6.7) porque el Señor no dijo que no orásemos, por el contrario Él ahí nos dá el modelo de oración única que tenemos escrita: el Padrenuestro. A lo que se refiere justamente es a no “usar vanas repeticiones…” Orar encarecidamente, significa que Epafras presentaba ante el Señor en oración de forma intensa y persistente las necesidades o carencias de los hermanos en Colosas. La expresión “encarecidamente” significa en una de sus acepciones del Diccionario: “Recomendar con empeño”. Epafras no oraba “repitiendo” palabras carentes de sentimiento. Y decir “sentimiento” pareciera que tampoco debiera ponerse en ello. Pues sí, la vehemencia, y el empeño se demuestra o se trasmite por el sentimiento, que es quién actúa y expresa al exterior, lo que se ha recibido en el interior del alma.
Epafras amaba a los hermanos en Colosas especialmente, y eso se traducía en ORACIÓN ENCARECIDA por ellos. Los deseaba ver SANTIFICADOS en Cristo, COMPLETOS en Él y eso le llevaba a orar de esa manera. No repetía un Padrenuestro para “aplicar el beneficio” del mismo por repetirlo, a la cuenta celestial de cada uno, como la Iglesia Romana enseña. Epafras doblaba sus rodillas delante del Señor siempre, orando por los hermanos en Colosas fervorosamente, insistentemente, y derramando su corazón ante el Trono de la Gracia para que se realizara en ellos lo que el Señor esperaba de cada uno, como espera de nosotros hoy. –
Poco se enseña en la práctica ni en la teoría esta magna asignatura de la vida del creyente: LA ORACIÓN. Para justificación de la carencia, pues la Biblia tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento está llena de ejemplos prácticos por las vidas de los piadosos hijos de Dios; se deja decir en algunos medios, que la oración puede hacerse por creer que por el orar, conseguimos lo que pedimos y eso, es mérito propio, que Dios aborrece, por ser “obrar meritoriamente” y es herético. Otros ámbitos de la Iglesia, ahora toman la alabanza con música, como adoración también, y se invierte más tiempo en cada culto en cantar, que en predicar. Orar en nuestros cultos, pasó a lo prescindible, porque eso no da relevancia a la persona, que es al final el centro de todo lo que hacemos, en vez de tratar de pasar desapercibidos para dar la gloria al Señor de la Iglesia. Parece que en cada sección del culto, hay una persona que tiene que hacer “su programa” y hay que soportarle hasta que ocupa en tiempo, la totalidad de “pantalla” que se tienen asignado cada uno que interviene. La oración se limita a unas palabras al iniciar el culto y otras al finalizar. Desde luego que esas oraciones no santifican, carecen de poder, son hechas para salir del paso, son “palabrería”, no por la cantidad sino por la calidad. Es como que no se desea lo que se expresa realmente, no se presenta el ruego ante el Señor con “empeño”, sino como si no nos importara lo que sucediera al pedir. No es un ruego, es una exposición palabrera que a nadie afecta, ni a los presentes, ni a lo invisible o espiritual. El ruego del creyente tiene que afectar, tiene que tener respuesta, tiene que remover y puede remover hasta lo que el enemigo tenga establecido e impuesto. Esa es la oración de FE que también puede SANTIFICAR.-

No hay comentarios: