jueves, 31 de enero de 2008

"¿TAN NECIOS SOIS?"-Matilda Nordtvedt-

No hubo nada de dramático en mi conversión a los cinco años. Probablemente algunas personas dudaron de que fuera real, pero yo sabía que lo era. Simplemente por fe, invité a Cristo a entrar en mi vida, y estaba segura de que lo había hecho.-
Desde la época de mi conversión anhelaba ser una "buena cristiana", una que llevara a cabo grandes cosas para Dios. soñaba con ser una misionera en el exterior algún día; jugábamos a la "escuela dominical" en las escalinatas del colegio a la hora del almuerzo, con mi hermana, cuando iba a segundo grado, y leía mi Biblia con fe todos los días, casi desde que aprendí a leer.-
Salvo durante algunos años de mi adolescencia cuando estaba más interesada en ser aceptada por mis compañeros que ninguna otra cosa, me esforcé por servir al Señor. Un día, en la Escuela Bíblica cuando tenía 17 años, dejé desconcertados a mis compañeros al aparecer al desayuno con mis cabellos severamente trenzados y enronscados en un rodete a la altura de la nuca que no me sentaba nada bien. Me había sentido muy orgullosa de mis trenzas largas y rubias, y ésta era la manera de demostrar a Dios que ya había superado la frivolidad y el amor propio. Luego procedí a hacer la cosa más difícil que podía imaginarme; escribí a mi novio (ahora mi esposo)- que estaba sirviendo en la marina en ultramar - una carta de despedida. Tiré mi diario, mis cartas de amor, y mis fotos en el incinerador detrás de los dormitorios y los miré mientras se convertían en llamas. Creía haber alcanzado el punto máximo en mi consagración, estaba dispuesta a "quedarme para vestir santos" a fin de servir a Dios.-
Pero Dios tenía otros planes. Siete años después me encontraba en un buque de carga rumbo al Japón, con mi esposo y mi hijito de un año. Mi deseo de ser una misionera en el exterior se cumplía al fin. Durante los años en el Japón me esforcé mucho por ser una misionera ideal. Puse todo mi empeño en aprender el idioma además de atender a mi hogar y a mi familia. Cuando me iba a la cama por la noche, sentía como si estuviera en un bosque; los árboles era las palabras en japonés que había estado estudiando durante el día. No las podía olvidar, ni siquiera de noche. Gradualmente, llegué a dominar el idioma suficientemente bien como para trabajar con las maestras de la Escuela Dominical y en la reunión de señoras. Después de unos tres años y medio de este ritmo, tuve una crisis nerviosa y tuve que ir a un retiro en las montañas para un descanso de seis meses.-
Ahora, al mirar atras, puedo comprender que mucho de mi problema era depender de mi misma en lugar de Dios. Ciertamente sabía que era salva por fe, sin méritos propios, pero, estaba tratando de vivir la vida cristiana según mis propias fuerzas en lugar de hacerlo con el poder del Espíritu Santo. Pablo me podría haber dicho a mí como les dijo a los gálatas:"¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?" ( Gálatas 3.3).-
No comprendía el significado de Colosenses 2.6: "Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en Él" ¿Cómo lo había recibido? POR FE. Pero, ¿cómo estaba viviendo? Por mi propio esfuerzo.-
Durante los seis meses de recuperación en las montañas y también durante nuestras vaciones de verano allí, escuché mensajes acerca de la plenitud del Espíritu Santo. Sabía que esto era lo que yo necesitaba, y se lo pedí a Dios. Por algunos días estuve convencida de que el Espíritu Santo verdaderamente había tomado el control de mi vida, pero más tarde, cuando vinieron los problemas, empecé a dudar. Ves, había aceptado a Cristo por fe, pero en lo que se trataba del Espíritu Santo, me había dejado llevar por mis sentimientos. El resultado fué una vida cristiana llena de subidas y bajadas - generalmente más bajadas.-
Doy gracias a Dios por su paciente enseñanza. Lentamente llegué a ver que puedo contar con la plenitud del Espíritu Santo tanto como puedo contar con que Cristo vive en mí. Por fe puedo reclamar su plenitud, si he cumplido con las condiciones - haber confesado todos mis pecados conocidos y haber entregado el control de mi vida a Él. Me doy cuenta de que el fruto del Espíritu no va a madurar en un solo día. No voy a ser repentinamente llena de una amor perfecto para todos, de un gozo indecible, de una actitud sumisa y sufrida que reciba las ofensas sin murmurar. Pero el Espíritu Santo está realizando estas cosas en mí. El fruto está creciendo mientras aprendo a alabarle en cada situación de mi vida.-
Lo demás también va a venir, a medida que me entregue y que obedezca. Pero debo reclamarlo por fe . ¡He sido una escéptica demasiado tiempo!.-
Tengo que admitir que a pesar de haber sido cristiana por muchos años, soy recién nacida en cuanto se refiere a la plenitud del Espírtu Santo. El esfuerzo propio viene con mucha más naturalidad que la completa dependencia en el Espíritu Santo.- Pero como dice mi insignia: PFTPDNHTCT - "PorFavor, Tenga Paciencia; Dios No Ha Terminado Conmigo Todavía.- Y NO VA A SER ASÍ, HASTA QUE NO LE VEA CARA A CARA.-
(Capítulo 21 del Libro; "Por el tunel de la Depresión" de Matilda Nordtvedt)

1 comentario:

Maricarmen dijo...

Maravilloso. Me encanta el testimonio y es cierto que nuestro reposo es Cristo y debemos descansar en Él, y sólo en Él.