lunes, 25 de febrero de 2008

"LA SANTIFICACIÓN" -ROSENIUS- (Continuación)

"Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna". Romanos 6.22

Gracias a Cristo Jesús, eres libre de la culpa y la condenación del pecado. Solamente tienes que creerlo, pues "por gracia somos salvos, por medio de la fe". Ya no tienes que ocuparte de justificarte ante Dios. Lo más difícil ya está hecho. Siendo así las cosas, entonces con gratitud a Dios ocúpate de lo que sí estás llamado a ocuparte: ¡Seguir a Cristo! Pon todo empeño en parecerte más y más a Él, renovándote a imagen del que te ha redimido, rescatado y librado. Sigue el ejemplo de tu Maestro Jesús todos los días; odia lo que Él odia, y ama lo que Él ama; vive como Él, y anda por la vida como Él anduvo.-
Jesús estaba tan unido a su Padre celestial, que eran uno. Él amaba a Dios de todo corazón, y amaba a toda la gente. Su "comida" era hacer la voluntad de su Padre celestial. Por eso, tú también vive unido a tu Padre celestial; ámalo de todo corazón, y ama a tu prójimo. Esfuérzate y sé fiel en hacer lo que Dios espera de tí, y sirve a los demás y no seas egoísta.-
Como Hijo de Dios, eres templo del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que mora en Él, mora en tí. No lo expulses, ni lo entristezcas con rebeldías y desobediencias cuando te exhorta, no utilices malas palabras, y evita todo tipo de pecado. No destruyas el templo de Dios con excesos y abusos de la carne, ni lo contamines con inmoralidad sexual. Más bien lucha contra los malos deseos, y soporta con paciencia tus sufrimientos y trabajos.-
Cristo proclamó la verdad, aunque le costó la vida. ¡Proclama también tú la verdad! ¡Dile a otros lo que Cristo es y ha hecho por nosotros! Aunque algunas personas te desprecien por lo que digas, aunque tengas que perder bienes, reputación, y aún la vida....no dejes de confesar la verdad con amor y firmeza, como lo hizo Jesús. Jesucristo siempre estuvo conforme con la voluntad de Dios. También tú trata de aceptarla con agrado, y en lugar de murmurar y quejarte, recuerda que tienes la gracia de Dios, y CON ESO BASTA.-

No hay comentarios: