viernes, 28 de marzo de 2008

"PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS" (Capítulo 1) G. de Ávila

La oración empieza de la siguiente manera: "Padre nuestro que estás en los cielos". Analicemos las tres ideas concretas contenidas en estas primeras palabras. 1ª Padre nuestro.que estás.en los cielos. Cada una de las primeras dos palabras:Padre nuestro, tienen una implicación particular. La palabra Padre con que empieza la oración, establece un requisito para poder hacer la oración con sentido y honestidad. Se requiere ser hijo de Dios. Para poder orar, según la enseñanza de Cristo, el ser humano tiene que haber establecido de antemano una relación de padre e hijo con Dios.-
Sólo hay dos maneras en el orden natural de ser hijo, una es por nacimiento, y la otra por adopción. La primera opción no es posible, en sentido literal con realción a Dios, por lo tanto la factible es la segunda. Los seres humanos no son todos hijos de Dios, como popularmente se piensa. Lo cierto es que todos somos criaturas de Dios, pero hijos sólo aquellos que han sido adoptados por Él. Esta adopción, sin embargo, no es un acto caprichoso o unilateral de parte de Dios. Él la ofrece y la facilita, pero no la impone.-
En su evangelio el apóstol Juan la explica de la siguiente manera:"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dió potestad de ser hechos hijos de DIos" ( 1.12) "A los que creen en su nombre". Se es hijo de Dios no porque se es humano, sino por un acto de fe en el que aceptamos a Cristo como Salvador personal. Este aspecto de la oración es sumamente importante, y no puede ser desconocido, si se espera que la oración sea efectiva. Son los hijos los que oran a su padre, no los extraños.-
El dirigir la oración a uno a quien Jesús llama padre tiene también el propósito de dar al orante el marco mental en que debe acercarse a aquél a quien ora. Es a un padre a quien se acerca. Debe hacerlo con confianza, en descanso y sin temores. No es a una deidad mitológica pagana, fria e indiferente o despectiva y amenazante. Cristo presenta un radial contraste con la situación del suplicante pagano. Este se acercaba a sus deidades, aterrado, sin saber cómo éstas reaccionarían. Los paganos estaban tensos cuando adoraban a sus dioses. La relación era una de temor esclavizante. Cristo dice:"Vosotros pues oraréis así: Padre nuestro..." Oraréis así, podría implicar, no de la manera en que lo hacen los paganos. Pablo escribiría más tarde: "Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba Padre!".-
El concepto que se tiene de Dios es determinante de las emociones que se experimentan al orar. Una idea clara de que Dios es nuestro Padre, hace que nos acerquemos confiadamente al trono de Su gracia para alcanzar el oportuno socorro.-
Continúa en el próximo día

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