sábado, 5 de abril de 2008

"SEA HECHA TU VOLUNTAD" G.de Ávila (Capítulo 4) Continuación

El otro supuesto de la petición "Sea hecho tu voluntad", es la disposición del que ora, de someterse a esa voluntad. No podemos pretender que Dios haga Su voluntad en el mundo, en otras personas, y no estar dispuestos a que sea hecha en nosotros.-
La espístola de San Pablo a los Romanos da la disposición de estpíritu que supone la petición "sea hecho tu voluntad": "Así que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto. Y no os conforméis a este siglo; más transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que expsrimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Pedir que la voluntad de Dios sea hecha, es desear entregarse a Él incondicionalmente para una vida de culto y servicio.-
La próxima pregunta es: ¿Cómo se hace la voluntad de Dios en el cielo? El Salmo ciento tres, versículo veinte dice:"Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto". El versículo veintiuno del mismo salmo dice:"Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad". La Biblia de Jerusalén traduce así la última parte del versículo veinte:"ejecutores de sus órdenes, en cuanto oís la voz de su palabra".
En el cielo la voluntad de Dios no es cuestionada. Los seres angélicos no vacilan en llevar a cabo la voluntad divina. Según el salmo aludido, tan pronto es oída la voz del Señor sus deseos son cumplidos. La voluntad de Dios en el cielo se cumple gozosamente, sin vacilaciones o reservas. Ese es el modelo que se le da al hombre para el cumplimiento de la voluntad de Dios. El Señor no lo aceptaría de ninguna otra manera. Después de todo, es el hombre el que decide orar:"Sea hecha tu voluntad".-
Es sugestivo el hecho de que Cristo enseñe que se ore primero por la venida del reino, y después porque sea hecha Su voluntad. Es que no podría ser de la otra manera. Uno tiene que aceptar primero su reinado para poder acatar Su voluntad jubilosamente. Cuando Dios reina, hacer Su voluntad no se considera una carga, sino un privilegio. Esa ha sido la experiencia de innumerables hombres y mujeres quienes han encontrado en el Señor uno digno a quien servir por amor.-
San Juan dice en su primera epístola que los mandamientos de Dios son guardados por amor y que esos mandamientos no son penosos, no constituyen carga o imposición. Primero tiene que venir Su reino, después el hacer Su voluntad es un derivado espontáneo.-
La única manera honesta en que el Padre Nuestro puede ser repetido,es estando dispuesta la persona a que el reino de Dios venga a su vida y a cumplir Su voluntad con la devoción, culto y reverencia con que ésta se cumple en el cielo.-
¡Ójala! que, si ese todavía no es tu caso, hoy Cristo por la fe venga a ser Señor de tu vida. Él está a la puerta y llama, déjale entrar.
Fin del capítulo 4

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