La fe que Dios nos ha dado, crea virtudes, o sea, crea buenas iniciativas, inquietudes santas, actitudes nobles. A esto se nos dice que le añadamos "conocimiento", cómo invertir de la mejor manera el "capital" de la fe en el mundo real. Ahora bien, cuando buscamos mejores conocimientos, enfrentamos la desidia y oposición de nuestra carne.-
Nuestra naturaleza está tan corrompida por el pecado, que se va de un extremo al otro. Si no puede liberar el pecado gozando de los placeres de la carne, éste salta por el lado del orgullo o de la ambición.-
El Espíritu quiere enseñarnos que toda nuestra naturaleza carnal debe ser dominada, sujetada y crucificada. Eso es dominio propio.-
Por ejemplo, el apóstol dice: "...los que tengan esposa, sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutase," (1ª Corintios 7.29´31)
Si Dios quiere que pases por tribulaciones, llora moderadamente; pronto vendrá el tiempo en que podrás alegrarte; ¿estás pasando por un buen momento? ¡Ten cuidado! no será para siempre así, disfruta moderadamente. No caigas en la soberbia ni en la desesperación.
A nuestra naturaleza le resulta muy d0loroso ser controlada. Así es la vida del cristiano, que tiene su carne crucificada con Cristo. Las fuerzas de su naturaleza corrupta, sus deseos y pasiones, tienen que ser reprimidos y controlados. El cuerpo pide ansiosamente placeres senciales, pero el Espíritu se opone y lo frena.-
Así es como tiene que ser, si realmente seguimos las huellas de Cristo.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario