viernes, 26 de septiembre de 2008

"LOS PACTOS CON DIOS SON VINCULANTES" - V. Glez, Boto

LOS PACTOS CON DIOS SON VINCULANTES

Un Pacto es un acto jurídico que debe cumplirse por ambas partes. El que una parte cumpla no es suficiente,la otra parte debe cumplir pero puede no hacerlo si no quiere, quedando bajo las consecuencias de lo pactado. Generalmente el pacto tiene sus cláusulas, que su incumplimiento, hacen culpable y responsable único al que lo rompe, a la vez que soportará los perjuicios que conlleva y que han sido previamente estipulados.- Las dos partes son siempre sabedoras de las últimas consecuencias del incumplimiento del mismo, no pudiendo alegar desconocimiento en su defensa.-
Por ejemplo, cuando Salomón terminó el Templo dice la Escritura: ”Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra….Porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre…. Yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con David su padre, diciendo: No te faltará varón que gobierne en Israel. Mas si vosotros os volviereis y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis. Yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuando dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y ha abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso Él ha traído todo este mal sobre ellos” (2ª Crónicas 7.11-22) .-
Muchas veces, y no vamos a enumerarlas aquí, la descendencia del rey David falló. Uno tras otro de sus hijos y sucesores a los cuales alcanzaba igualmente todas las prebendas del pacto inicial, fallaron. Según el fallo, así se determinaban las consecuencias, unas les alcanzaban personalmente a ellos y sus familias. Otras veces, llegaban las consecuencias hasta el propio pueblo en general que sufría por su propia contaminación con el mal generalizado. Igual que disfrutaban de la bendición, eran víctimas de la maldición del pacto.

Dios es un Dios de PACTO. Él siempre ha cumplido su compromiso, pero los hombres no. Desde el Edén, el hombre ha fallado y sufrido por ello. Desde el Edén, nos alcanzó la maldición del incumplimiento por parte del hombre a todos los hombres. Pero Dios interviene y formaliza un Pacto infalible con Su Hijo Jesucristo.-
Ahora, Dios conociendo la condición humana y llegado el tiempo, ejecuta Su Pacto (Hebreos 8 y 9).-
No encontrando ni en el cielo ni en la tierra, a nadie con la capacidad y solvencia jurídica para llevarlo a cabo y cumplir eternamente con todos los preceptos legales y justos que se requerían y que con los hombres, por santos y justos que parecieran habían fallado. Determina que, es solamente Su Hijo Unigénito que hecho hombre, y con su propia sangre, firmara con Él, de una vez y para siempre un Pacto eterno y santo, que nunca sería rescindido ni vulnerado por ninguna de las partes. “a Jesús el Mediador, del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” (Hebreos 12.24)

No somos nosotros los que hicimos el Pacto eterno con Dios, fue su propio Hijo hecho hombre el que por nosotros se hizo nuestro Valedor, nuestro Sustituto, nuestro Redentor y rubricó con su propia sangre la remisión de todos los pecados del mundo. En su cruz, cargó el pecado no sólo de los que le aceptan sino de todos los hombres, y de una sola vez y para siempre, pero que cada uno debe de hacer suyo para entrar dentro del Pacto Eterno de Dios y acogerse a sus beneficios. De lo contrario también está expuesto a la condenación que implica su rechazo. Dice la Escritura en Hebreos 12.25-29: “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez y conmoveré no solamente la tierra sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”.-

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