sábado, 18 de octubre de 2008

"ECUMENISMO" - V. Glez. Boto (2ª Parte y final)

“REPASO AL ÓRDEN SACERDOTAL ACTUAL Y EL CULTO CONGREGACIONAL”
No es mi intención sentar cátedra sobre el tema, simplemente exponer mi humilde opinión. Creo que el tema es tan amplio, que lo único que pretendo es exponer lo que creo sin pretender convencer a nadie, sino invitar a REFLEXIONAR en ello. Por eso invito al lector a ello y no a rupturas sin meditación, como en muchos casos han surgido por no buscar la dirección de Dios en oración.-

El Señor no habla a comunidades, no se dirige ahora a un sacerdocio instituido, no nos confundamos también en esto. Seguimos obsesionados como hombres, en que ahora también debemos ser dirigidos y gobernados por un sacerdocio humano. Pero no es así. En el Nuevo Pacto, o sea, por Cristo ahora CADA UNO es hecho rey y sacerdote (Apocalipsis 1.6). Su Iglesia está presente en la mínima representación y sin escalafón alguno: “Donde dos o tres se congregan en Su nombre allí está É”l. Y está, para todo lo que personal e individualmente necesitemos. Ahora no tenemos intermediario alguno, el mismo Señor, el Hijo de Dios “fue declarado por Dios, sumo sacerdote según el órden de Melquisedec” (Hebreos 5.10) Él fue el sacrificio perfecto y el sumo sacerdote que abrió el camino al Padre para que todo el que le recibe, tenga acceso directo al trono de la Gracia. Nadie es nuestro mediador, SOLO CRISTO, el cual está a la derecha del Padre en su Trono intercediendo por nosotros. Por ello y bajo su cobertura, tenemos acceso para presentar nuestras peticiones al Padre del cual recibimos como hijos su respuesta.-
Eso quiere decir que Su Iglesia no es una denominación, no es un sistema de ordenanzas reguladas por hombres. Sino la suma de todos los que han sido lavados en la sangre de Cristo y le reconocen como su Salvador personal y eterno. Los que por la fe escucharon el llamamiento del Evangelio y lo recibieron como único medio de salvación eterna. Esos son los que componen la Iglesia de Cristo en este mundo y un día reinarán también con Él.-
Esto lo decimos, lo enseñamos, pero no lo practicamos a ningún nivel. Por eso nos interesan los “dogmas” cerrados en sí mismos, para el sometimiento a las instituciones humanas que hemos creado, no para el crecimiento del reino de Dios. Es para nuestro provecho. No estamos mirando ni el deseo de Dios, ni lo que le agrada, porque eso, nos deja al margen de toda potestad y dominio sobre el grupo. Creo que no todos somos conscientes de la verdadera situación que subyace, porque la misma tradición en que nacemos nos hace ver todo como está instituido y no nos paramos a ver ni buscar más allá. Nos sometemos y tratamos de acoplarnos. Si algo vislumbramos distinto, pensamos que ¿quién somos nosotros para cambiar lo que por siglos está establecido? ¿Cómo vamos a desmontar tánto tinglado y sobre todo, algunos tan poderosos y extendidos? Pero no nos toca a nosotros, esa labor, porque ocurriría como en el caso del “trigo y la cizaña”: arrancaríamos con la cizaña el trigo y eso no es nuestra labor. Lo que sí nos incumbe a cada uno es buscar en las Escrituras con sabiduría e inteligencia espiritual lo que realmente somos en Cristo.-
Sé que me vais a remitir a Efesios 4:11-16. Sí, “Él constituyó a unos apóstoles; a otros profetas…”, pero eso no quiere decir que el Señor dispuso una jerarquía eclesiástica sino que cada uno, según el ministerio dado por el Espíritu Santo, lo ejercían en la congregación y su autoridad estaba basada en el ejercicio del mismo, y su solvencia: en la vida santificada de los que lo ejercían. No importaba el título del ministerio, ningún ministerio era considerado mayor que el otro, sino el testimonio de la vida que lo respaldaba para conseguir el respeto y aprobación del mismo. Además los ministerios ejercidos en las distintas congregaciones diseminadas por el mundo evangelizado, eran igualmente reconocidos y respetados por todo el mundo. No como ahora, que cada uno es establecido por su denominación, e incluso, hasta se establece por sí mismo.-
La instrucción no se conseguía en seminarios, sino en el vivir de cada día entre los hermanos y siendo instruidos por los maestros que en cada grupo existían. Pablo acostumbraba a dejar ancianos que instruían a los que iban llegando y de ahí sus cartas para seguir instruyendo a la congregación desde todos los ámbitos. Por eso eran estrictas las normas que el apóstol expuso para reconocer a los obispos como pastores de la grey. No sólo ellos, sino sus familias incluso, y no por la congregación solamente, sino por testimonio a los de fuera de ella. (Tito 1.5-16) No significa mayor prebenda, sino la misma, solamente que las responsabilidades son mayores, según afectan al grupo, y de ninguna forma para estar en superioridad sobre el resto, sino en mayor y más estricto servicio y ejemplo.-
Debido a estos sistemas se produce la separación entre los grupos. No nos ayudamos a crecer en la Gracia, solamente la “gracia nuestra” es la verdadera. No puede tocarse nuestro estamento, porque si no, ¿qué sería de nuestras prebendas y posición eclesiástica? Y por estas cuestiones humanas, cada grupo se constituye en “cabeza de ratón”, porque nadie quiere someterse a la Cabeza del León de la tribu de Judá. Él es sin embargo, mucho más magnánimo que los “ratoncitos humanoides”. Su visión es más amplia de miras, aunque no permisiva.-
Si fuéramos sencillos de corazón, no habría tanta jerarquización denominacional y el ser “uno” con Cristo y los demás cristianos, podría ser una realidad espiritual y hasta física.- El problema es que la Iglesia se ha desarrollado en el gobierno piramidal mundano desde Constantino el Grande, y cuando alguien se ha levantado a declarar las verdades escriturales de la iglesia apostólica, cuyos conceptos básicos ya el profeta Joel había anunciado y en el primer discurso del apóstol Pedro se ponen en claro, nos es tan lejano ese mensaje, que ni nos parece apropiado para nuestros días. Dice en Hechos 2.14:
”Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Más esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios. Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones.. Y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo. Y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo”
En las distintas épocas que Dios ha levantado Su voz para recriminar a la Iglesia sus desvíos, se ha tratado de acallar las voces y pocos han aceptado el cambiar el rumbo de sus vidas por lo que ello les representaba. Algunos como Lutero y en otros siglos anteriores ( ej. ya en el siglo XI se conoce a los cátaros que se separaron de la Iglesia de Roma), trataron de llamar la atención para volver a las doctrinas escriturales. Pero 1500 años de desvíos sin contención, resultó ser demasiado para llegar a las fuentes del cristianismo, y ahí estamos cada uno con nuestros conceptos, todos ellos respetables pero no concluyentes. Dice en el verso 17 al 18 a.i. refiriéndose al nuevo Orden espiritual o Iglesia: “Y en los postreros días. Dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre TODA CARNE.Y vuestros hijos y vuestras hijas (no hay diferencia de sexo) profetizarán; y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños (no hay edades). Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas (no hay ni estrato ni estatus social vinculante) en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán”.
Esta es la Congregación del Nuevo Orden Sacerdotal cristiano que el Señor estableció en el Nuevo Pacto, el nuestro, hasta que Él venga. ¿Se pueden imaginar lo que sería entrar en una congregación cuando está reunida y con orden y santo temor se levanta un joven y profetiza lo que Dios le ha dado, y otra joven (¡mujer!) hace lo mismo; y después de un cántico general o individual, un anciano nos relata el sueño que ha recibido del Señor y quiere trasmitirnos para que alguien pueda incluso realizarlo y así, de uno a otro, pasáramos alguna hora juntos y el que preside nos despide en la paz del Señor? Otro día, nos juntamos y leemos la Escritura para conocer lo que el Señor desea y le agrada, meditando en ella. Exponiendo unos sus alegrías y otros sus problemas, para unánimemente llevarlos en agradecimiento a la Presencia del Señor en oración y ruego… ¡Cuánto bien recibiría nuestro ser entero en esa unión espiritual conjunta!
Claro que estas reuniones, no les gustarían a los protagonistas que actualmente “ministran”en los cultos de todas las denominaciones. No haría falta tanta parafernalia, que a veces es hasta costosa, y la sencillez de corazón y medios, darían más solemnidad y buena disposición a la iglesia congregada y mejor impresión en los visitantes. Creo que a éstos, les debe resultar muy difícil en algunos de nuestros cultos, pensar que están en la Presencia de Dios y que Él preside aquella celebración, unas por falta de contenido y otras por exceso de protagonismo.-
Me hace gracia cuando decimos que somos “evangélicos”. No sé a qué nos referimos. Cuando decimos qué somos. Debería reflejarse en nuestro vivir la procedencia. Pero me parece que nadie nos reconocería como tales, ni nuestras reuniones congregacionales tienen nada que ver con aquellas a las que los apóstoles remitían sus cartas para instruirles y leían en TODAS las iglesias de los distintos países inclusive. No es que tengamos que imitarles. No es que tengan las mismas características, cada sitio y época tiene las suyas, pero me resulta indignante a veces, el que para ciertas cosas digamos: “la Palabra dice…” y tenga que ser literal y cuando nuestros “montajes” no se sostienen, nos acojamos a: “la Palabra quiere decir…”.-
Esto sería interminable y para reflexionar concienzudamente, con toda honestidad y mansedumbre bajo la dirección del Espíritu Santo que nos guía a toda verdad, como se nos prometió, pero al que no buscamos realmente, para así, poder seguir obstinadamente en nuestros propios caminos.-

1 comentario:

Alonso dijo...

Querida hermana:
Hoy leí tu carta. Realmente el ser humano tiende a buscar el control y la seguridad en todo, haciéndolo extremadamente complicado e imperfecto. Aún con la mejor de las intenciones, acostumbrados como estamos, como tú dices, desde nuestro nacimiento, tendemos a la ley (que es la ley del pecado y de la muerte de la que habla Pablo a los Romanos). Y yo soy un vivo ejemplo de esto. La gracia no se entiende porque, como todo don de Dios, proviene de lo alto y hay que experimentarla. Y yo, después de 28 años convertido, aún la entendí hace cinco meses mediante una experiencia con el Señor. Hoy en día, aún estoy en pañales ante su profundidad y lucho conmigo y con los que me rodean para no volver a la ley (estoy tan acostumbrado a cogear...)
Por todo ello surge la pregunta: ¿las denominaciones son producto de la ley o de la gracia? Pues ambas cosas: Son de la ley por lo que tú -que en ello estoy de acuerdo contigo- has escrito y yo te dije al comienzo, y son de la gracia porque Dios se complace en la diversidad dentro de la verdadera y auténtica santidad. Me acuerdo de la película "carros de fuego"; en ella, uno de los protagonistas -un corredor que era cristiano- tuvo que decidir en última instancia si correría la prueba en las olimpiadas que coincidía en domingo. El, conforme a su entendimiento creía que el sabat debía respetarse y fue consecuente con ello, anteponiendo a Dios por encima de su país y sus enfurecidos gobernantes, y determinó no correr. El caso es que Dios hizo que pudiera correr otra carrera otro día y lo honró con la victoria. Realmente era algo en que Dios probó su corazón, y era algo entre Dios y su siervo. ¿Lo criticaré por pensar así? No, de ninguna manera aunque para mí todos los días son santificados en Cristo, en la gracia. Realmente no importa la diversidad, sino la legalista exclusión y la división que es fruto de la carne y especialización de Satanás. De la misma forma los seminarios de las denominaciones, queriendo preservar de herejías al pueblo y unificar doctrina han perdido de vista la gracia con lo que ello conlleva.
En cuanto a los requisitos de los obispos Dios es perfectamente sabio: Primero fiel en lo poco (la familia)-que quien haya pasado por ello sabe que no es poco-, y luego en la iglesia si es aprobado por Dios. Porque el evangelio se vive en el trato con Dios diario empezando por lo más íntimo y personal, extendiéndose a medida que uno obedece y muere. Y todo por gracia.
Pero de la misma manera que hay un orden en la familia, también hay un orden en la iglesia para el servicio,en el plano horizontal es el Espíritu en todos por medio de los dones (1cor 12), haciéndose cada uno siervo para cubrir la necesidad de los hermanos, con responsabilidad diferente según el don que Dios ha concedido, cada uno con la autoridad que Dios confiera, la cual debe ser respetada.Como dicen las Escrituras, debemos anhelar los mejores dones. Ahora bien, es cierto, si alguien es levantado por el Espíritu, el Espíritu dará testimonio de él y habrá fruto -no por ello exijamos perfección- y será para ministración de la iglesia.
Pero esta actuación del Espíritu con los dones también crea en la iglesia una relación de obediencia y autoridad en el plano vertical, que es bíblico, hacia personas como por ejemplo los pastores (heb.13:17)-aunque nos debemos antes a Dios que a toda autoridad en caso de duda, y es ahí donde entra la relación y comunión personalizada de cada cristiano con Su creador, reprobando todo a la luz de las Escrituras y dejando -como tú bien dices- de clichés.
Nadie puede delegar su responsabilidad delante de Dios a nadie.
Bendiciones.