jueves, 23 de octubre de 2008

"RESPUESTA AL COMENTARIO DE ALONSO"

Querido hermano Alonso:
¡Cuánto te agradezco tus comentarios! Es como una afirmación de lo que yo misma creo y he creído toda mi vida. Es verdad que a cada uno, en momentos puntuales el Señor nos ha dado revelación de algo que si bien conocíamos no lo teníamos interiorizado a fin de que también lo pudiéramos impartir y disfrutar en nuestra vida de relación con nuestro Dios. De otra forma, personalmente nunca me he ocupado de “discutir” doctrinas fuera del catolicismo, al que tuve que afrontar a los 18 años de una forma tremenda por la presión que se me hizo durante 6 meses en una Escuela del Servicio Social que se hacía entonces obligatoriamente para poder tener un pasaporte, que fue mi caso.-
Respecto a las diferentes denominaciones, nunca entré ni siquiera, a investigar cómo pensaban de las diferentes doctrinas y formas que nos diferenciaban. Por muchos años creí que estaba en la “más consecuente” con las Escrituras y me gustaba a veces visitar la Iglesia Reformada en Navidad y Semana Santa que cantaban el coro y el Pastor: D. Juan Fliedner solía predicar sin prejuicios el evangelio desde el púlpito de forma clara y diáfana, la Redención del Señor, y señalar toda la parafernalia que nos rodeaba por esos días, en el Madrid procesional con sus grandes procesiones y aspecto tétrico. Me he reunido en otras Iglesias, pero no con la misma frecuencia. Tampoco he recibido la cordialidad y disposición en alguna necesidad, como en la Iglesia Reformada y sus pastores. Parece una incongruencia, sabiendo que venía de la Iglesia Pentecostal y entonces no había el movimiento carismático siquiera, pero era en nuestra Iglesia donde siempre pudieron predicar libremente ellos, también otros, como los hermanos: D. Elías (Pastor) y D. Carlos Araujo primer director de la Sociedad Bíblica. Hemos tenido muchos, muchos cultos, donde predicaba un colportor (vendedor de Biblias itinerante) perteneciente a la Iglesia de los Hermanos, y otro anciano bautista de la Iglesia que estaba muy cerquita de la nuestra (c/General Lacy). Nunca hubo problemas doctrinales, Mi pastor jamás puso objeción alguno a estos hermanos y de verdad que jamás hablaron algo que pudiera ser polémico. Era su predicación válida para la salvación de almas y para exhortación al resto. Y Dios nos bendecía, nosotros nos alegrábamos con su ministerio. Bien es verdad que ellos jamás nos invitaron a ocupar su púlpito, ni a nuestro Pastor ni ancianos. Tampoco lo pretendimos, y por ello, tuvimos el gozo y privilegio de gozar de su compañía en la paz del Señor.-
No quise entrar al aspecto de cómo tú muy bien indicas, que en el plano horizontal existe un orden de relación de obediencia y autoridad que es bíblico. Para mí como para ti, (por tus palabras) creemos y damos por sentado que entra en el ejercicio del propio ministerio, el cual es acatado por el resto de la comunidad si es ejercido en humildad, y respaldado por la vida del que lo representa. Los ministerios realmente, debieran ser reconocidos. Si bien en su inicio, debe ser enviado el apóstol, para iniciar una obra nueva. Si se envía a alguien, es porque está reconocido en origen, como capaz en todo sentido para realizarlo. Yo he visto mucho desastre en el ejercicio de la labor misionera, justamente porque se parte de un error garrafal: enviar a novatos que en su lugar de origen nunca los tendrían como pastores. Pero si desean hacer “algo” por la misión, los mandan, y como es gente que no ha sido probada, son jóvenes y en el momento de “la prueba” que llega a todos, desgraciadamente se estrellan y con “dificultad se salvan”. Piensan los que los mandan a la misión, que como es para la salvación de almas que no conocen el evangelio, entonces vale cualquiera que va a proclamarlo. Pero es justamente lo contrario. No se puede lanzar al ruedo de una plaza nueva, donde los toros van a ser “miuras”, a un “espontáneo”. Esto es una falta de respeto al enemigo, y pronto éste, se dejará ver y sentir para destrozar y matar al que tiene enfrente. Lo malo de este desastre, es que ahí queda marcado el territorio a veces para la eternidad.-
El orden bíblico no es así. No todos en el principio fueron “Pedro ni Pablo”, pero sí, personas probadas y bien instruidas para ser cimiento de la Iglesia donde fueron puestos, siendo a la vez auxiliados y protegidos espiritualmente por los que toda la cristiandad reconocía como dignos del ministerio que ostentaban.-
Hoy, y es en lo que quise hacer hincapié, se envían como pastores de una Iglesia en un lugar, a personas que nadie vigila su enseñanza, ni su gobierno e incluso ya se parte de la premisa de que nadie tiene poder de injerencia en ello, ni siquiera el grupo de convertidos en el lugar. Los que lo “respaldan” (que realmente tampoco lo hacen), dicen que no lo deben hacer, más bien para que otros no lo hagan en su “féudo”, y así vamos levantando grupos que no hacen “mella” en el campo del enemigo de las almas. A eso, no lo teme el Diablo porque carece de la fuerza que da la convicción de la fe bien arraigada y probada, como el ejemplo que me has puesto del atleta. Esa fe Dios la premia siempre, porque Él mira lo que el hombre no mira: el corazón rendido y humilde que pone a Dios por encima de todas las cosas en su propia vida sin mirar el costo y lo hace por convicción.-
Comprendo que he sido algo drástica en mi exposición, pero es que estoy muy harta de ver, que los hombres hacen asociaciones, se reúnen para “sus temas” que a las Iglesias ni incumben, pero lo importante y que sí afecta a la obra espiritual del lugar, como es aunar criterios, colaborar en distintas formas conjuntamente y no tanto particularmente para no mirar la “gloria” individual y denominacional sino la del Señor, no se procura. Menos estadísticas y más realidad. Nadie cree de veras en las estadísticas, pero es lo único que pareciera importar, mientras que el Señor de la Mies, no es ni tenido en cuenta, para ver qué se necesita para la próxima temporada de labor en Su viña.- Es que esto, nunca como ahora está tan imperante en todas las denominaciones. Antes nadie pensaba en los números de personas y dinero. Ahora es lo que tenemos por “piedra de toque” para considerar si “merece la pena” o no, seguir en ese lugar o cerrarlo.-
Me gustaría que me enviaras tu dirección de correo por si tengo algo fuera de contexto que comunicarte. La mía es: vgboto33@gmail.com

1 comentario:

Alonso dijo...

Querida hermana: Lamento hacerte el comentario tan tarde, pero no me fue posible.
Yo también soy de Madrid y me convertí a través de un cristiano adolescente -primo del "rockero que nunca muere" Miguel Ríos- en el internado salesiano donde yo estaba internado. Curiosamente, este hermano sólo me habló de Cristo y me invitó a aceptarlo; y tuvieron que pasar varios años antes de que Dios me llevara a dar el paso de reunirme en una iglesia evangélica, esta vez en Ferrol. Entonces, yo no había oído ni sabía de denominaciones: sólo entendía de cristianos y no cristianos.
Por mi profesión, al tener que andar de aquí para allá, descubrí que lo importante no era el letrero de la fachada de la iglesia -con nombres más o menos espiritualmente sugestivos- sino el amor fraternal verdadero y no fingido -o sea, con frutos-, la unidad en el Espíritu, y la presencia del Espíritu Santo mismo: En resumen, la certeza de que estabas en casa. No deben haber "reinos de taifas", burbujas aisladas, políticamente correctas que practican con sentido erróneo el "vive y deja vivir". Esa no es la gracia. No se entiende la gracia porque es fruto que sólo Dios puede hacer entender a través de una experiencia personal con El. Pablo lo entendió.
También tengo, como tú, la percepción de que hay mucha prisa por engordar las membresías, como sinónimo de almas rescatadas del infierno. Pero, ¿cuál es la razón íntima, del corazón? Es algo que Dios sabe y que cada persona responsable primero tiene que examinarse a sí mismo y después no perder de vista su absoluta dependencia -pase lo que pase- de Dios. Nosotros sabemos que sólo lo que es del Espíritu tiene frutos del Espíritu y glorifica a Dios. Me acuerdo del pasaje en el que Jesús habló lo siguiente: "Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él".(juan6:65-66). Cuando se mandan a personas, como tú bien decías, sin que Dios los haya preparado y ejercitado, se cumple que: "Lo que es de Dios, fuera del tiempo de Dios, deja de ser de Dios". Pedro, siendo elegido por Jesús, tuvo que pasar por la negación para descubrir su cobardía y llorar amargamente para después el Señor confirmarle el llamado. Cuando Pablo recibió el llamado del Señor, primeramente estuvo un tiempo antes de empezar con el ministerio. Tito fue probado y reprobado antes de dejarlo Pablo en Creta. Dios conoce el corazón y la mente, y quién estará dispuesto a pagar el precio, pero no desecha a nadie, sino que es uno mismo quien se desecha. Y en todo esto, con temor y temblor me incluyo yo.