sábado, 1 de noviembre de 2008

LA IGLESIA DEL SEÑOR

Voy a exponer someramente como veo la Iglesia cristiana de los primeros tiempos. No en la manera en que se ha ido formando al discurrir de los tiempos. Sino como al leer los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas, imagino que eran aquellas reuniones del principio, tanto el habitáculo donde se reunían como indumentaria y desarrollo de las mismas.-
Parto del principio que en el Nuevo Pacto, nuestro sacerdote es Cristo y que los que componemos ese cuerpo de Cristo: La Iglesia, cada uno, somos sacerdotes, embajadores y reyes para el resto de los mortales que no pertenecen al reino. A los cuales debemos testificar las Buenas Nuevas: Cristo hecho carne pagó el precio del rescate de todo el mundo, para que el que lo acepte le sea imputada la gracia del perdón y ser adoptado hijo de Dios en Cristo Jesús y entre a pertenecer al reino de los cielos, que representa la Iglesia del Señor.-
Lo poco que tenemos en el N.T. respecto a cómo debían ser los “lugares de culto”, es cero. Solamente se nos dice que iban a las Sinagogas (Hechos 9.20 etc.). Iban al Templo donde “perseveran unánimes cada día”, se entiende que en actitud de oración y “partían el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón… Y el Señor añadía a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos2.46-47). O sea: nada de la parafernalia que se ha formado en el discurrir de los siglos.-
Para mí, lo que empieza en la era apostólica, es mucho más sencillo que lo que se venía utilizando por los judíos de la época anterior. El Templo si estaba hecho bajo un diseño divino, con simbología. -La Sinagoga era y sigue siendo algo sencillo y funcional. El Templo en si mismo era un símbolo de lo que había de venir: Cristo en nosotros. Siendo santificados (apartados) para Él y para que el mundo lo vea y glorifique al Padre: templos vivos del Espíritu Santo. Es de éstos, que está compuesta la verdadera Iglesia del Señor.-
¿Cómo y dónde se reunían los creyentes?: A la Iglesia de entonces, le servía el propio salón de cada hogar familiar. Seguro que se reunirían donde tuvieran más capacidad y se repartirían por las distintas casas de los hermanos. ¡Qué poco se necesitaba! Claro que en las casas, el culto sería diferente a lo de hoy, incluso se tendría de forma distinta, según el sitio y los que lo dirigieran. Si se podía cantar algún salmo, se cantaría y si no se limitarían a lo que menos extorsionara al resto de la familia. Yo creo que ahora, como hemos hecho “nuestro molde” hay que hacerlo al revés: acoplar todo al sistema, cada denominación al suyo y así buscar el sitio o lugar. Es por eso que para unos se necesita unas características y para otros, otras. Al principio, se empezaba por las “personas”; ahora se empieza por las cosas aparentes y que nada tienen que ver con la reunión de los santos, ni su contenido.-
No es más que eso: “la reunión de los santos”. Lo que luego se hace, el compendio de todo, será rendir culto al Señor: alabándole por medio de cánticos, comunicarse con ÉL por medio de la oración, la Palabra impartida por Su/s siervo/as, y ungida por el Espíritu Santo en cada corazón. La ministración de los dones, según el Espíritu ordenaba y por supuesto que en la celebración de la Cena del Señor, que quedó reducida a pan y vino ya entonces, al ser un abuso el comer indebidamente. Todo esto, forma parte de nuestro culto, donde recordamos la muerte del Señor hasta que Él venga. Cosa que también, se hace poca referencia cuando se toma: que ¡Él viene!, por éste motivo hay que estar preparado y la conmemoración nos purifica para estar listos para Su venida. Otro tema éste, arrumbado en las Iglesias. Cuando en aquel tiempo ya se despedían diciendo: Maranatta. ¿Qué palabra deberíamos usar ahora para despedirnos en este siglo, el 21 desde entonces? Creo que una revisión nos está haciendo mucha falta.-
Concretando: Para reunirse no adecuaron lugares específicos, usaron lo que tenían a mano. El lugar no era lo importante y servía lo que fuera. Lo que sí cuidaron era lo que se enseñaba y consecuentemente qué aptitudes deberían reunir los que enseñaban. No tuvieron tampoco acepción de personas: ni sexo, ni edades ni estatus. Entre los ciento veinte que fueron llenos del Espíritu Santo había hombres y mujeres; pobres y ricos; había viejos y jóvenes, judíos y gentiles, siervos y libres. En fin, algo que hoy no le interesa a la Iglesia reconocer, pero que el profeta Joel lo dejó bien claro siglos antes de que se cumpliera en aquel momento en El Aposento Alto. ¡Qué Iglesia más gloriosa presentó Pedro en aquel discurso magistral de Hechos 2!
A esa Iglesia es a la que las puertas del Infierno no prevalecen en contra. El Infierno no teme al “enemigo” que le presentamos ahora, no la puede reconocer como tal, pero a la verdadera, sí la teme. Lo triste es que está desperdigada y el frente es débil contra tanta oscuridad como nos rodea y no tratamos de unirnos para ganar almas al reino de Dios.-
¿Creéis que necesitaban toga alguna, de un color u otro, para presidir sus reuniones? ¿Se necesitaba ponerse de espaldas o de frente? ¿Tenían una fórmula concreta litúrgica, o era el Espíritu Santo quien presidía y hacía como quería cada momento? ¿Se exigía unos conocimientos titulados universitarios? ¿O más bien, unos conocimientos profundos e interiorizados de la Escritura tanto del Antiguo. T., como de toda la enseñanza que Jesús impartió y de las Epístolas que iban llegando a los grupos repartidos en las ciudades por el mundo? Y esto no era suficiente; sino que la vida piadosa y abnegada reconocida por los hermanos, era requisito imprescindible para el reconocimiento del ministerio. Era así de simple, pero así de explícito. Ahora se parte de otras premisas impuestas por hombres, pero sin respaldo bíblico. Lo que ocurre es que socialmente está como más presentable: que sean hombres y estos bien educados, universitariamente si es posible, casados, sumisos a su “curia” eclesiástica etc.
Comprendo que esa Iglesia que yo imagino no es fácil de controlar por “curias” y eso ya se nos escapa de las manos. Pero ¿por qué queremos una iglesia “estatal” en las formas, si las almas son para el cielo, no para nosotros? Hemos hecho organizaciones, no La Iglesia de Cristo. No me extraña que al mundo no le interesen estas organizaciones, porque para colmo están muy mal estructuradas y son débiles. Lo débil en Dios no interesa al mundo. Si podemos reclamar reconocimiento es porque ofrecemos algo, pero si no tenemos nada que ofrecer, más que algo etéreo que ellos no reconocen, pasan olímpicamente de lo que les decimos. El mundo reclama de nosotros­ algo tangible, y lo único que tenemos es nuestra vida bajo el poder de Dios, que actúa en el mundo para Su gloria. Como lo que ofrecemos es otra organización y débil, prefieren la que tienen, que es al menos fuerte y representativa. Nuestra fuerza no está en nosotros, pero viene de Dios y se manifiesta al mundo atreves de nosotros. Eso se tiene que hacer notorio, sino las palabras y las formas son vacuas, y lo son si no van respaldadas de vivencia. Todos somos llamados a cumplir dignamente con nuestro llamamiento y eso quiere decir que el que es llamado a un servicio, no es mayor que el que tiene otro que a los hombres pareciera meno digno. Pero al que se le delega el compromiso, conforme a ello será demandada el fiel cumplimiento, Si es de más dignidad, mayor será la exigencia, pero no el privilegio. La Iglesia funciona contrariamente al orden establecido en el mundo. El mal de la Iglesia entró al imponer el orden político del mundo en la Iglesia del Señor. Pero eso no podemos darlo por bueno y venir ahora con parches ni soluciones maleadas. En Dios no cabe más que lo legítimo, verdadero y justo, Sólo así puede ser santo. En el deterioro de los ministerios está el creer que unos son superiores a otros y por eso conllevan más poder. El poder es el meollo de este mal. La Iglesia no tiene otra Cabeza, Cristo es la Cabeza, entendiendo por Cabeza quien gobierna o tiene el poder. El resto ejerce su ministerio por delegación del Único digno de ello por haberla comprado con Su sangre. Y después de hacer lo que es debido decir de sí mismo: “siervo inútil soy”.-
Termino, es un tema que ocupa mucho y no es fácil. Estamos tan lejos, tan lejos, que solo Dios puede retrotraer a su carril tanto desvío y desvarío.

2 comentarios:

Alonso dijo...

Querida hermana:
Me acuerdo de la Palabra donde habla de cómo Dios organizó el Cuerpo, la Iglesia, 1Cor12:22-30, de manera que no haya desavenencia, sino una total vinculación y ministración. Dios sabe lo importante que es estar unidos, en un mismo sentir y un mismo espíritu. Pero me llama la atención que, después de haber explicado esto, incluyendo los dones, Pablo termina diciendo: "Procurad, pues, los dones mejores. MAS YO OS MUESTRO UN CAMINO AUN MÁS EXCELENTE." (1Cor12:31) Y empieza a hablar del amor, del verdadero amor, que es realmente el origen, la causa de todo. Y ese amor verdadero, del que habla el capítulo 13 lo recibe uno de Dios primeramente, porque no lo hay en el mundo y es fruto del Espíritu Santo. Y volvemos al inicio: ¿Quién podrá entender el amor de Dios y recibirlo si no ha pasado por la puerta: Jesucristo, y ha entendido y vivido realmente lo que es la Gracia de Dios?. A partir de ahí Dios edifica: Amar a Dios, amarnos a nosotros mismos, y amar al prójimo como a uno mismo. Y para eso nos da instrumentos en el seno del cuerpo: Los dones.
Reconozco que todo ser humano, incluidos nosotros, nos movemos entre dos límites o ámbitos: La ley (que en el mundo se entiende como esclavitud o como seguridad y orden) y la Gracia(que en el mundo se entiende como libertad de hacer lo que uno quiera o creatividad). De ahí que naturalmente tendamos a crear instituciones encorsetadas y legalistas por un lado, o sectas y libertinaje irresponsable por otra.
Realmente lo que nos salva de toda tendencia es sólamente Dios: El Espíritu Santo y Su Palabra en el contexto correcto.
Por último, me acuerdo de un pastor que conocemos, que habla por sí mismo de que existen pastores que no han doblado su rodilla, genuinos y preciosos, "que dan su vida por sus ovejas". Se llama Fernando Méndez, pastor de la iglesia bautista de Cádiz. ¡Cuanto apoyo, enseñanza y oración hemos recibido de él y su esposa! Él no conoce de vacaciones de verano, por ejemplo, y que no busca número. Y algunos como él -también en otras denominaciones- me dan ánimo para decir: Señor, tú conoces a los que son tuyos y los llamas por su nombre. Estén donde estén. Como cuando el Señor habló con Elías en la cueva: Siete mil que no han doblado su rodilla.
Aunque veo lo que pasa, como tú, evitaré generalizar con temor y temblor (Prov.30:10)y pasar el límite de no considerarme primero a mí mismo. Unamos la verdad con la misericordia. Dios sabe quienes son de El y los que no.
Bendiciones.

Alonso dijo...

Querida Victoria:
Te escribo esto para aclarar lo último que apunté.
Es un mensaje de prudencia en la gracia y de esperanza: De prudencia en la gracia porque Dios tiene a herederos de la gracia incluso en los sitios más recónditos y oscuros -me acuerdo de Pablo, el perseguidor de los cristianos-, que Dios tiene el tiempo para que sus ojos sean abiertos; o que están como tú y como yo, que somos llamados a orar y amar -a orar y perdonar por y al pecador y a aborrecer activamente el pecado -no como hizo el sacerdote Elí (1Samuel)- O sea, a ser luz en medio de las tinieblas, cuidando primeramente de edificar nuestras vidas sobre la Roca Eterna con la ayuda del Espíritu. Y de esperanza porque no estamos solos, puesto que Dios está con nosotros; y El sólo pide un corazón dispuesto y obediente hasta las últimas consecuencias.
Un hermano me dijo hace poco: Dios sólo necesita un hombre que esté dispuesto a darle el 100% para hacer su obra en este país. Mientras en nosotros perdure la llama del Espíritu y nos entreguemos sin condiciones, el reino de Dios permanecerá en este mundo y las puertas del Hades no prevalecerá con él.
Me acuerdo de un pastor, de una iglesia Filadelfia, en Chiclana (Cádiz) que le llaman el "rodillas de camello" porque en su vida ha pasado tantas horas de rodillas en oración, que las tiene hechas un callo.
Por eso, El ha puesto eternidad en nuestros corazones. ¿Queremos la iglesia primitiva? Amén. Empecemos por nosotros y paguemos el precio.
Te amamos.