sábado, 11 de diciembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 10 DE DICIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXVIII
“Y cantará mi lengua tu justicia” (v. 14b)
Una vez más, después de la petición viene la promesa. El que ha experimentado la gracia no desea disfrutar de ella para su solaz personal o su seguridad, sino que sale para honrar a Dios, el dador, y para bendecir a otros que necesitan gracia. La experiencia de la comunión con Dios renovada, como Dios de su salvación, por sí misma llevará glorioso fruto de alabanza a Dios:”Líbrame de la sangre derramada, oh Dios, Dios de mi salvación; y mi lengua cantará tu justicia”.
Las palabras de esta promesa son significativas e instructivas. Observa ante todo, el tema principal de esta celebración gozosa: la justicia de Dios. Es como si este Salmo de gracia y redención no pudiera terminar sin este glorioso tema, en el cual se presenta la obra de Dios en relación con nuestra redención. El Espíritu Santo usa el tema de la justicia de Dios para indicarnos también el origen, el camino y el fruto de la redención. Abarca en una palabra un atributo de Dios que es glorificado en nuestra redención, el don con el cual somos dotados y la operación y revelación de esta redención en nuestra vida. Para la persona que anhela ser salvo, o para el recién convertido, la palabra gracia tiene un sonido agradable y aparece como atractiva y alentadora. El conocimiento creciente de la gracia traerá siempre al alma rescatada a la justicia de Dios, como aquello en que el amor de Dios tiene su fundamento y en lo que el creyente busca su estabilidad. Y por tanto, a la promesa de enseñar a los transgresores los caminos de Dios, se añaden estas palabras, es decir, la resolución de proclamar también su justicia. Esforcémonos por entender lo que significa esto.
Indica primeramente, el atributo de Dios que le guía y le hace conceder su gracia. La gracia en el perdón de nuestra injusticia no se nos da a expensas de la justicia de Dios. NO, la gracia reina por medio de la justicia; es de la justicia que la gracia deriva su poder. Por tanto Juan escribe: “Si confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados” 1ª Juan 1.9 Pablo dice también que Dios es justo cuando justifica al impío: Romanos 3.26: “Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia a fin de que él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús” y cp. 4.5 “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” Es por esto que en los Salmos y en las profecías la justicia de Dios se menciona con frecuencia como algo que Su pueblo celebra de un modo especial y en que se regocija. Algunos no han podido entender esto y se imaginan que en estos pasajes la palabra justicia debe ser entendida como sinónimo de bondad. Pero no es este el caso. La justicia de Dios, la disposición por lo que Él hace siempre lo que es justo, es el fundamento de su trono y también de su trono de gracia.
Los creyentes han sido dirigidos desde el principio a entender que la única manera por la cual el injusto puede ser redimido y pasar a ser justo tiene que ser la de que Dios, el único justo, les comunique Su justicia.- Continúa…

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