martes, 21 de diciembre de 2010

MEDITACIÓN SALMO 51 -A. Murray

MEDITACIONES DIARIAS 21 DE DICIEMBRE:
MEDITACIÓN DEL SALMO 51 por Andrew Murray
CAPÍTULO XXXII
Continuación…
El que realmente conoce la gracia de Dios y ha tratado de entender lo que son su plan y su benevolencia con respecto a la ciudad que ha preparado para su habitación, considerará con certeza, cuán apropiada y necesaria es esta oración e nuestros días. Cuán poco exhibe Sión, la ciudad de Dios, la morada del Altísimo, el esplendor de la nueva Jerusalén que Juan vio descender del cielo (Apocalipsis 21.10). En medio de trabajos y conflictos, desilusiones e incontables obstáculos, cada día van siendo llevadas nuevas piedras, y las murallas crecen poco a poco. Hay necesidad de más oración, sincera y apremiante:”Reedifica los muros de Jerusalén”. Si has probado algo de la gracia de Dios como se expresa en este Salmo, haz esta oración tuya. En vista del descenso en la vida espiritual del pueblo de Dios y su fracaso en el crecimiento en la gracia, en vista de la furia creciente de los ataques de la incredulidad y la mundanalidad, en vista de las necesidades de los millones que conocen al Señor todavía, te ruego que dejes que la gracia te entusiasme para que ores con persistencia: “Haz bien con tu benevolencia a Sión; reedifica los muros de Jerusalén”
CAPÍTULO XXXIII
“Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto y ofrendas enteras; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar” (v.19).
Cuando Dios en su benevolencia haga bien a Sión y reconstruya los muros de Jerusalén vendrá un período glorioso para la ciudad y para el pueblo de Dios. Entonces, dijo David, te agradarán los sacrificios de justicia que sean presentados ante ti, y entonces se deleitará el pueblo en ofrecerlos ante su altar. En el versículo 16 había dicho “No quieres sacrificio”. En esta afirmación encontramos una prueba de la penetración espiritual de David que había visto la insuficiencia de los sacrificios del pacto antiguo. Dios no podía deleitarse en las ofrendas como tales, esto es, como actos humanos. Además había la mucha injusticia que los sacrificios no podían quitar y la mucha arrogancia que encontraba su base y estímulo en ellos. Dios se había preparado algo superior en todos sentidos, es decir, la verdadera obediencia y sacrificio del todo suficiente de su Hijo: Salmo 40.7-8 “Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí; 8El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” y Hebreos 10.5-10 “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste, más me preparaste cuerpo.6Holocausto y expiaciones por el pecado no te agradaron.7Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí 8diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la Ley), 9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último 10En esta voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”. Continúa…

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